Difícil decisión teniendo en cuenta que normalmente somos nosotros los que tenemos que portar con él. La época del año y la ruta elegidas son los factores fundamentales, no es lo mismo realizar el Camino en invierno que en verano o hacer la Vía de la Plata que el Camino del Norte. A grandes rasgos hay material común en todos los casos y de diferentes características en cada uno. Una mochila de nuestra talla y bien ajustada, de unos 50 o 60 litros debiera de ser suficiente, la impermeabilidad es fundamental y una funda adicional que la cubra en caso de lluvia no está de más. Aun así es una buena idea meter la ropa, que llevemos en ella, en bolsas de plástico o estancas si no queremos tener que ponernos ropa húmeda después de estar todo el día bajo la lluvia. Los bastones de trekking son otro aliado que nos ayudara en el Camino de Santiago, existen estudios que prueban que estos, bien utilizados rebajan en un 30% la carga de trabajo de las piernas. Su poco peso y la facilidad de transporte al poder plegarse los hace mejor opción que los palos del Camino.
La elección del calzado es otro punto crítico, a los que no gozamos de la suerte de ponernos un calzado nuevo y que nos permita caminar kilómetros sin problemas no nos queda otra que tener adaptado el calzado que llevemos. En la mayoría de los casos es aconsejable hacer las etapas con unas botas, hoy en día existen una gran variedad de modelos que garantizan una buena impermeabilidad y transpiración, fundamental para evitar las temibles ampollas. Una bota de senderismo con caña baja es más que suficiente para el verano, mientras que en el invierno esta debe ser algo más recia para poder aguantar las bajas temperaturas y muchas horas de humedad. Un calzado auxiliar, más cómodo pero que nos permita afrontar etapas por pistas de tierra y cargados con la mochila, además de servirnos para usarlo después de llegar al destino del día, tampoco nos puede faltar. También debemos llevar unas sandalias o chanclas para las duchas y para estar por los albergues ya que en muchos no está permitido estar con el calzado de calle.
La ropa es mejor que sea de fibras de secado rápido y transpirables, esto nos permitirá lavarlas y poder utilizarlas poco después. Un par de pantalones, tres o cuatro camisetas, un softshell, y una tercera capa acorde con la época del año puede ser más que suficiente. También tenemos que contar con material específico como es un recipiente para el agua que se pueda rellenar con facilidad, aunque pasemos por numerosas fuentes no en todas podremos disponer de agua o ésta puede que no sea apta para el consumo, por lo que reponer nuestras reservas en las localidades por las que pasamos nos será de utilidad. Las gafas de sol, la crema de protección solar, un gorro o pañuelo para la cabeza, son otros integrantes que no pueden faltarnos. En muchos albergues es obligatorio el uso de saco de dormir, éste lo tendremos que amoldar a cada época del año, utilizando una sábana saco en verano o un saco más cálido en invierno y que pueda comprimirse para que no nos ocupe demasiado sitio. Una toalla de marcha, de las que hoy en día podemos encontrar en muchas tiendas especializadas, junto al botiquín equipado con lo necesario tampoco se nos debe olvidar.
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