Son muchas las personas que encontraremos y que nos dirán que ellos no se prepararon, que un buen día agarraron la mochila y se pusieron a ello. Es cierto mucha gente no realiza una preparación específica previa, pero como todo, son muchos los condicionantes que influyen en este hecho. El no haber afrontado caminatas tan largas no tiene que frenarnos para hacer el Camino de Santiago, si nos parasemos a pensar en la actividad que día a día realizamos y sumásemos lo andado durante el día, en muchos casos nos saldrían unas cifras no muy alejadas a las que tendremos que realizar. El problema viene cuando un día tras otro, cargados con una mochila, tenemos que enfrentarnos a los kilómetros de la etapa de turno.
Por ello no está demás el realizar una primera toma de contacto con el Camino escogiendo recorridos cercanos a nuestro lugar de residencia que nos sirva de preparación para afrontar con mayores garantías el Camino. Comenzar con trayectos cortos e ir aumentando la distancia cada día, acostumbrarnos a la desagradecida compañera de viaje que es la mochila, sumando poco a poco peso a esta, son las pautas que podemos seguir para realizar una buena preparación. Y como broche final aprovechar, si disponemos de varios días seguidos, para realizar una caminata cada uno de ellos. Todo esto nos servirá, ya no solo como preparación sino también para poner a punto el material que nos llevaremos y que el Camino no se convierta en una tortura, sobre todo por causas que podemos evitar con relativa facilidad.
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