8 Planes para una Semana Santa de Senderos y Montañas

Las montañas que rodean a la localidad de Anguiano, en La Rioja, y que forman parte de la imponente Sierra de La Demanda, atesoran bellos parajes, históricos e importantes monasterios e interesantes sendas, entre otros atractivos. Este itinerario, con el permiso de sus hermanos mayores incluidos dentro de la denominación de Rutas entre Hayedos, creada por la mancomunidad de municipios de la zona, nos transporta para descubrir espléndidos y escondidos rincones cargados del carácter y la historia que acuña esta comarca riojana.

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Extremadura atesora verdaderas joyas naturales que se vienen a sumar al rico patrimonio arquitectónico y cultural que posee. Monfragüe, Los Barruecos y tantos otros lugares, cada uno con sus especiales singularidades, ofrecen al amante de la naturaleza un verdadero paraíso terrenal. Como así lo hace el Valle del Jerte, ya no solo con su merecidamente famosa primavera, también con el rico espacio natural que ofrece, en el que se incluye la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos surcada, por ejemplo, por la Ruta de Carlos V.

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Muniellos, el Parque Natural de Somiedo, el de las Ubiñas y La Mesa, el de Ponga, los Picos de Europa o el Parque Natural de Redes, donde encontramos esta indispensable ruta senderista, son una pequeña muestra de cuanto puede ofrecernos el Principado de Asturias. Nos esperan estrepitosos trazados por la costa, como el de los Bufones de Arenillas, escarpados itinerarios por agrestes congostos, como la Ruta de Las Xanas o sorprendentes paseos a través de una enorme cavidad natural, como la Cuevona de Cuevas del Agua.

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Recorrer trayectos que aúnan naturaleza y cultura al visitar éstos, antiguas ermitas, inexpugnables castillos o solitarios monasterios, es más habitual de lo que nos pudiera parecer. Pero realizar una ruta de senderismo mientras visitamos un auténtico museo pictórico al aire libre, cuyos lienzos son los mismos árboles que nos rodean y las diferentes salas que lo componen son las laderas de la montaña donde se encuentra, no se antoja tan sencillo. Euskadi acumula naturaleza y afición a las montañas casi por partes iguales, todo un mundo de posibilidades.

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Cantabria al igual que el eslogan que la define, infinita, nos sorprende con innumerables posibilidades y espectaculares lugares. Podremos recorrer como peregrinos el Camino de Lebaniego, desde la costa hasta el mismo corazón de los Picos de Europa, atravesando el angosto desfiladero de la Hermida, adentrarnos en alguna de sus imponentes cuevas, como pueden ser la de Covalanas o Cullalvera o acercarnos hasta la base de la gran cascada por la que se precipita el río Asón tras su nacimiento en pleno Parque Natural de los Collados del Asón…

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Muchos mitos y leyendas vienen a sumarse al atractivo que ya de por si tiene la majestuosa Sierra de Gredos, dotándola de esa atmosfera especial que acostumbran tener las grandes montañas. Leyendas como la de La Serrana de la Vera, una mujer que al parecer nos espera sumergida en las profundidades de la Laguna Grande. En el Circo de Gredos nos espera un paraje tan inhóspito como bello, compuesto ya no solo por la misteriosa laguna, también por las verticales y agrestes montañas que la rodean, conocidas en el mundillo montañero como El Calderón de Gredos.

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Montañas de más de 3.000 m, ibones de aguas cristalinas, profundos valles y barrancos surcados por embravecidos ríos, tranquilas y acogedoras altiplanicies, Los Pirineos son fuente inagotable de posibilidades para los amantes de la naturaleza. Contemplarlos con perspectiva, disfrutándolos hasta donde nos alcance la vista desde los privilegiados balcones que se asoman a ellos, es algo que podemos hacer por ejemplo en Peña Oroel, con localidades como Jaca a nuestros pies y la insigne cercanía de emblemáticos lugares como el Monasterio de San Juan de la Peña.

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El hombre desde tiempos inmemorables ha temido y respetado la fuerza de la naturaleza, pero también ha sabido aprovechar los recursos que ponía a su alcance y el incansable trabajo que ésta hace. Trabajo que ha dado como resultado abruptos paisajes tallados por la fuerza del agua. Paisajes como la Foz de Burgui, la Foz de Arbayún o la Foz de Lumbier, está última antaño surcada por un ancestral camino que se aprovechó como vía férrea y que ha recuperado parte de su antiguo esplendor.

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