Hacía tiempo que no nos veíamos pero este fin de semana largo nos habíamos puesto de acuerdo y por fin estábamos en una estupenda casa rural, cerca de Asturias, para nosotros solos. Cuatro parejas y Juan formábamos el heterogéneo grupo. A unos nos gusta la montaña, otros simplemente la soportan, unos se mueren por el fútbol de sillón y otros no saldrían nunca de la ciudad, pero allí estábamos. La comida había sido estupenda y la sobremesa para que contar. Pero ahora había que organizarse. Lo echamos a suertes, Juan, mi mujer y yo al pueblo a comprar, unos a fregar, otros a recoger…vamos lo de siempre. Entrabamos por la puerta de la casa, ya tarde, a dos luces, la temperatura había cambiado, hacia fresco, se había levantado algo de viento y las nubes empezaban a “escupir” ¡con lo bien que se estaba esta tarde en el resolillo!, ahora apetecía entrar y calentarse en la chimenea.
Me di cuenta que faltaban Álvaro y María, pregunté por ellos y me dijeron que se habían ido hacia un buen rato a dar una vuelta para despejarse, sus chaquetas estaban en la puerta y sus mochilas en la sala, se habían ido con las manos en los bolsillos. Mi preocupación iba en aumento, hablé con Juan y cuando ya estábamos preparando las mochilas para salir en su busca se abrió la puerta y allí estaban ellos, con las manos debajo de las axilas, mojados, temblando, un poco asustados y muertos de frío.
No había tiempo que perder, teníamos que hacerles entrar en calor. Ropa seca para quitarse la mojada, una bebida caliente, unas friegas y el calor de la casa corrigieron la situación, aunque el susto tardó más en desaparecer. Ya después de cenar, reunidos al calor de la chimenea, María, rompiendo la melodía del crepitar de la madera cuando entrega su alma a las llamas, murmuró –no he pasado más frio en toda mi vida, un poco más y no llego- se hizo un silencio y después de beber un buen trago de su copa Juan le dijo – se llama hipotermia, todos hemos oído hablar de ella, pero los montañeros la conocemos bien, cada vez que realizamos cualquier actividad nos acecha y vigila con paciencia a la espera de que cometamos un error, es una de las enfermedades producidas por el frío y en los casos más graves puede producir la muerte.
Pero la hipotermia… ¿no se da en la alta montaña con temperaturas muy bajas? Yo he visto una película hace poco y hablaban de ello, comentó María. Juan, que ya estaba dando buena cuenta de la caja de bombones, apartó su copa, se incorporó en el sillón y le dijo con cierto aire de antiguo profesor: te voy a contar unas cuantas cosas sobre la hipotermia que cualquier montañero sabe o debiera saber.
Hablamos de ella cuando la temperatura central del cuerpo humano está por debajo de 35 grados Celsius y las herramientas que posee para mantenerlo en su temperatura idónea empiezan a fallar.
Si el cuerpo no es capaz de mantener la temperatura de 37 grados, reducirá primero el abastecimiento de sangre a la periferia y extremidades para intentar mantenerla. Si aun así no lo consigue y sigue enfriándose, la persona empezará a tener temblores, que son una actividad muscular involuntaria que genera calor, pueden ser intermitentes, en cuyo caso todavía no hay hipotermia, o continuos, en esta situación se puede considerar que la hipotermia es leve o moderada, en ambos casos se permanece consciente. Si la situación no se corrige el siguiente estadio es la hipotermia grave, en este punto desaparecen los temblores, y aparecen las alucinaciones, delirios, rigidez muscular moderada y pérdida progresiva de consciencia. Todavía, la cosa se puede complicar con la pérdida de dicha consciencia, pulso lento y regular, el corazón aun late pero la rigidez es importante, aquí estamos frente a una hipotermia que podríamos considerar muy grave. Después aparece el coma, la ausencia de pulso, la parada cardiaca y la posible muerte.
Aquí Juan hizo una pausa y mientras se metía otro bomboncito en la boca observó de manera divertida la cara de alucinados que mostraba la mayoría del grupo.
¡Ahora viene lo mejor!, exclamó. Mientras miraba a Álvaro y le guiñaba el ojo a María se hizo una pregunta así mismo con todo el retintín que podía
El viento y su poder de enfriamiento, la ingesta de alcohol, la deshidratación, la humedad, el equipo inadecuado, la falta de ingesta de comida, la inacción, la hipoxia y el agotamiento físico entre otros factores contribuyen a ella. También hay hipotermias que pueden estar asociadas a accidentes donde hay lesiones traumáticas y donde esa bajada de temperatura se convierte en un problema adicional.
Pregunto Yolanda. La respuesta es un no rotundo continuo Juan, date cuenta que cuando ingieres alcohol, de principio te da una sensación de calentamiento que dura muy poco, esto se produce por la dilatación de los vasos periféricos, facilitando a posteriori la llegada de la hipotermia. Otra cosa que me parece interesante resaltar, esta vez referente al equipo, es que los guantes, gorro, y calcetines son primordiales, ya que en las zonas que más rápidamente perdemos calor son manos, pies y cabeza.
Si la persona está consciente, con un grado de hipotermia leve, debemos evitar que siga la perdida de calor, protegerla del frío buscando refugio, quitarle la ropa que esté mojada y ponérsela seca, si esto no es posible, ponerle capas extras de ropa por encima de la mojada, aislarle del suelo, frotar a la persona para generarle calor, hidratarla es fundamental ya sean con bebidas calientes o no, pero nunca dar alcohol ni tabaco.
Acercarla a una fuente de calor si disponemos de ella o arrimarle el cuerpo caliente de otra persona con contacto directo, también son maniobras correctas. Si la hipotermia es grave, el problema es muy serio, empezaríamos protegiendo a la persona del frío, moviéndola con mucha suavidad para después pedir ayuda, rescate medicalizado y evacuación a un hospital. La víctima es muy probable que esté inconsciente, también habrá que mirar si tiene pulso o no, en caso de no haberlo hay que iniciar el masaje cardiaco. Es mejor no recalentarlo y bajo ningún concepto enérgicamente ya que puede sufrir una parada cardiaca.
Aquí me adelanto a vuestra pregunta, si es imprescindible recalentar a la persona in situ, por ejemplo en expediciones, se pueden aplicar botellas de agua caliente envueltas en manoplas o trapos en zona de axilas, tronco e ingles, donde están los grandes vasos sanguíneos. Puede ser necesario el contacto cuerpo a cuerpo en el interior de un saco de dormir o un tipo de abrigo seco con otra persona que se mantenga caliente. Hay que lograr también la evacuación a un hospital…pero esto ya es otra historia.
A estas alturas el bueno de Juan ya había terminado su copa y había dado con casi todos los bombones. Era tarde y el día había sido intenso, el grupo se fue retirando para caer en los brazos de Morfeo. Juan y yo nos quedamos solos recogiendo todo y cuando ya nos íbamos a acostar me dijo: El truco está en prevenir antes que curar ¿no estás de acuerdo? Yo lo miré, me acerqué a él, le toque el estómago y le dije riéndome ¡no puedo estar más de acuerdo!
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