Hace unos días, paseando por las calles de mi ciudad me encontré con una pareja que hacía mucho tiempo que no veía. Es de esa gente con la que sueles coincidir en la montaña y en las marchas senderistas, que sin conocerlos de nada siempre entablas unos buenos ratos de conversación. Les pregunte que qué era de su vida, extrañado de no haberles visto en todo este tiempo. Me contaron que habían sido padres, que tenían dos hijos pequeños y que casi habían colgado las botas. Con cierta cara de desesperación me relataron los varios intentos de realizar unas rutas de senderismo en las que terminaron regresando a casa sin casi haberse alejado del coche. ¡Cuando sean mayores, entonces nos iremos con ellos a la montaña! Sabiendo por experiencia que cuando son mayores ya te puedes ir olvidando de que quieran ir contigo, les pregunte si recordaban sus primeras actividades, como se aficionaron, cuanto esfuerzo les costó llegar a realizar el nivel de recorridos que hacían antes de ser padres o cuantas veces habían tenido que darse la vuelta en alguna de las rutas que intentaban hacer.
También les recordé que todo grupo debe adaptarse a los integrantes menos experimentados y preparados, preparando las actividades que se amolden a ellos y que les sirvan para ir ganando experiencia. Viendo que escuchaban con atención aproveche para comentarles los beneficios que en el desarrollo de los niños tiene el realizar actividades físicas en plena naturaleza, además de lo didáctico y entretenido que les puede llegar a resultar. Precisamente esto es lo que tenemos que fomentar convirtiendo la ruta para ellos en una gran aventura en la que descubrir lugares, animales, montañas, plantas y muchas cosas más que a buen seguro les llamará la atención.
Elegir la ruta que mejor se adapte a las condiciones de los niños, olvidándonos por ahora de los recorridos que a nosotros nos gustaría realizar, como con cualquier persona que se inicia en el senderismo o la montaña, sabiendo que si les forzamos demasiado es muy probable que no quieran volver.
La paciencia no ha de faltarnos, parar cuantas veces sea necesario, prestar especial atención a su alimentación e hidratación, saber que prácticamente todo les va a llamar la atención y aprovechar esta gran cantidad de estímulos que el entorno ofrece para motivarles y entretenerles, haciendo de la ruta una verdadera aventura que les transmita una gran cantidad de valores, como por ejemplo el respeto por la naturaleza. La compañía de otros niños también suele dar grandes resultados.
Mantener la seguridad, no exponiendo a los niños a peligros innecesarios, pero teniendo claro que van a querer trepar, saltar… y ayudándoles a hacerlo de forma segura. Es obvio que no estamos en el parque cercano a nuestra casa y seguir las reglas lógicas de seguridad nos ayudará a evitar problemas.
La meteorología es otro factor importante, hacerles soportar mal tiempo, lluvia, viento o frio no suele ser muy aconsejable, tiempo tendrán de conocer la fuerza de una ventisca o la desagradable sensación de caminar entre la espesa niebla. Los días elegidos tienen que ser estables y es importante conocer bien la previsión de la evolución del tiempo para evitar sorpresas.
Ir bien equipados es fundamental, ropa y calzado acordes con la ruta y la época del año, ropa de repuesto, agua y comida suficiente, mapas, brújula o GPS, además de las habituales cremas solares y gorros que les protejan del sol. Tenemos que pensar que en más de una ocasión estaremos por zonas donde no tendremos cobertura en los móviles y caminamos por un medio cambiante que no podemos controlar.
Preparar la ruta y la mochila juntos, he incluso darles la oportunidad de llevar la suya con algo de material, sin que les suponga un esfuerzo añadido, les ilusionara y motivara aún más para afrontar la ruta del día siguiente.
No se trata de volverles unos fanáticos del senderismo o la montaña, se trata de disfrutar haciendo cosas juntos.
Se nos había pasado el tiempo casi sin darnos cuenta y sus caras tenían ahora esa expresión que tantas veces ves en la cima de una montaña, nos despedimos no sin antes emplazarnos para la próxima charleta en alguna de las rutas que a buen seguro nos hemos de volver a encontrar.
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