21/09/2016
Naturaleza dispar donde las colosales montañas de Los Pirineos o los frondosos bosques contrastan con las fértiles tierras de la ribera o con el árido y caprichoso, en sus formas, desierto. Ancestrales tradiciones y creencias, unidas a la importante historia que atesora son solo algunas de posibilidades que esperan a quien visita Navarra.
La Comunidad Foral de Navarra se extiende desde las productivas orillas del río Ebro hasta las altas cumbres pirenaicas, que son frontera natural con Francia, dotando a esta tierra de una gran variedad paisajística que viene a sumarse a la diversidad e importancia de su patrimonio histórico y cultural. Pueblos que aún conservan con esmero su marcado carácter y la característica estética que los identifica además de sus tradiciones; robustos castillos y antiguos monasterios que nos transportan a tiempos pasados, yacimientos megalíticos que se funden con los bellos paisajes que los rodean y que son surcados por ancestrales rutas, sin olvidarnos de la singularidad y fama de sus fiestas y su gastronomía.
Argumentos y posibilidades que hacen más difícil si cabe acotarlos a una selección que los represente. En Turismo en Navarra 8 planes para conocer este antiguo Reyno vamos a encontrar casi con toda seguridad motivos más que suficientes para seguir descubriendo este emocionante territorio.
La capital además de dar nombre al antiguo reino Pamplona es parada casi obligada para quien visita Navarra haciendo turismo. Sus fiestas de fama mundial o el Camino de Santiago que surca sus calles atraen cada año a miles de turistas y peregrinos. Para todos ellos la ciudad dispone de grandes atractivos tanto por su patrimonio histórico como por el cultural. Visitar la impresionante Ciudadela, recorrer las tradicionales calles por las que discurren los encierros de Los San Fermines o disfrutar de la gastronomía de la que presume, son algunos de ellos.
Los mitos y las leyendas han acompañado a la sociedad Navarra en determinados periodos de su historia. Creencias y supersticiones acrecentadas por la soledad de las montañas y el aura de misterio que acompaña a algunos parajes y que dieron como resultado una autentica caza de brujas que asoló pueblos y valles. Rincones que aun hoy guardan todo el misterio que les acompañó por esas épocas haciéndolos más atractivos de lo que de por sí ya son. Pueblos que mantienen antiguas y arraigadas tradiciones y que fueron testigos mudos de casos de brujería.
Los frondosos bosques y los caudalosos ríos de Los Pirineos Navarros han sido y son de vital importancia para las gentes y los pueblos de la zona, llegándose a crear florecientes industrias que aprovechaban sus, en apariencia, ilimitados recursos. La cercanía de la frontera entre otros factores propició la creación de fábricas de municiones, verdaderos núcleos urbanos de la época que llegaron a constituir auténticos conjuntos monumentales, cuyos restos luchan hoy en día por no sucumbir ante la imparable naturaleza formando increíbles paisajes con ella.
La necesidad de asentar y controlar el territorio y las conquistas del reino ante las hordas musulmanas, el paso incansable de peregrinos en su camino hacia la tumba del Apóstol y el devoto fervor de la época, contribuyeron al nutrido e importante número de monasterios y santuarios con que cuenta Navarra. Su estado y el gran valor histórico y cultura de muchos de ellos los convierte en joyas arquitectónicas de valor incalculable a las que en algunos casos se suma el maravilloso entorno natural que los rodea y que los hace únicos.
El considerable patrimonio natural con que cuenta Navarra tiene uno de sus mayores exponentes en uno de los bosques de hayedos y abetos más grandes y mejor conservados de toda Europa. La Selva de Irati es un paraíso natural para el amante de la naturaleza, del senderismo o de la montaña. Pero también ha sido y es uno de los motores económicos de la comarca de los Pirineos sobre la que se extiende, ya que su preciada madera generó toda una industria en torno a ella y que se las tuvo que ingeniar para sacar la madera de las montañas.
Paso natural hacia Europa fueron varios los ejércitos que en uno u otro sentido han surcado estas tierras, o al menos lo han intentado. Controlar tan importante territorio obligó a dotarlo de castillos y fortalezas que junto a las nobles familias a los que se les encomendaban asegurasen su seguridad y control además del de las gentes que lo habitaban. Muchos de ellos fueron destruidos y tan solo podemos imaginarnos con sus restos como eran es su época, otros muchos corrieron mejor suerte y hoy son importantes destinos turísticos.
Barrancos, pequeñas mesetas y los solitarios cabezos son las sorprendentes formaciones que la erosión ha creado en este paraje semidesértico que rompe con los verdes paisajes del norte de Navarra. Parque Natural, cuenta con bellos rincones más propios de otros mundos como por ejemplo el Rincón del Bú o las Caídas de la Negra donde el trabajo incansable de la naturaleza ha moldeado curiosas formas y la fauna del lugar ha encontrado su hogar. Como en su día lo hiciera el ser humano que a lo largo de la historia también ha formado parte de este paraje.
El Camino de Santiago ha sido y es otro de los hilos conductores de la historia de esta tierra. El Camino del Baztán que llega a Pamplona desde Irún o el Camino Francés en cualquiera de sus dos vertientes han visto el paso de no poco peregrinos. Muchos han sido los enclaves que han ido surgiendo entorno al Camino o hacia los que éste ha dirigido sus pasos. La fantástica obra de estilo románico de Santa María de Eunate, enclavada poco antes de la unión en Puente La Reina de las dos vertientes del Camino Francés, es uno de ellos y su semejanza con el Templo del Santo Sepulcro de Jerusalén sorprende a quien la visita.
Grandes lugares todos ellos que son solo una muestra de cuanto podemos encontrar en Navarra, una tierra forjada a través de los años donde naturaleza e historia se unen para envolvernos con su acogedor manto.
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