Es una bonita localidad de la provincia de Zamora que atesora espectaculares rincones que tenemos que ver en Fermoselle, ya que se erige sobre un peña, en un privilegiado enclave con una topografía de peñascos, fallas y despeñaderos, rodeada por los ríos Tormes y Duero que confluyen en el paraje de Las Dos Aguas o Ambasaguas. Fermoselle, balcón del Duero, capital de los Arribes zamoranos, localidad fronteriza con Portugal, estuvo habitada desde tiempos remotos, Edad del Bronce y del Hierro, como lo demuestran los hallazgos encontrados en las excavaciones arqueológicas realizadas en el año 1988. En Fermoselle se asentaron los vetones. Quizá fuera la Ocellum Durii en su época romana, luego llegaron los visigodos, judíos y árabes y en el siglo XI fue reconquistada por el rey de León.
A principios del siglo XIII, según documentos, ya se cita a Fermoselle como villa, y como señores de la misma a los obispos de Zamora. En este mismo siglo el rey Alfonso IX otorgó a la villa de Fermoselle una carta foral con normas explicitas por las que debía regirse el vecindario de esta localidad fronteriza, a la vez que agradecía los servicios prestados a la corona. Siglos más tarde, en el XVI, fue Felipe II quien concedió a Fermoselle un Real Privilegio. El señorío de los obispos sobre la localidad se prolongó hasta que tras el fracaso de la revuelta de las Comunidades de Castilla, 1520-1522, la villa pasó de nuevo a manos de la corona. En 1.654, durante la Guerra de Restauración de Portugal, fue conquistada por los portugueses. Al crearse las actuales provincias en el siglo XIX Fermoselle pasó a formar parte de la de Zamora.
Fermoselle, declarado conjunto histórico artístico en 1974, tiene un rico patrimonio arquitectónico diseminado entre sus angostas y pendientes callejuelas que se mimetizan con la granítica roca donde se asientan. Una verdadera ciudad subterránea conformada por sus innumerables y turísticas bodegas compite en notoriedad con las increíbles vistas panorámicas que sobre los Arribes nos brindan los vertiginosos miradores, el del Castillo, Torrejón, Terraplén, Las Peñas, Los Barrancos o Las Escaleras, este último a las afueras del casco urbano y al que se accede por una pequeña ruta de senderismo que parte desde la ermita de Santa Cruz. Los años de historia de Fermoselle también han dejado su sello en la villa para orgullo de los fermosellanos y disfrute del visitante. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción cuyos orígenes son del siglo XIII, fue construida en estilo románico y aunque ha sufrido numerosas reformas es otro de sus monumentos que hay que visitar en Fermoselle. Los restos del castillo de Doña Urraca ubicado muy posiblemente donde otrora lejano hubo un castro y en la actualidad existe un magnífico mirador desde el que se divisa los Arribes, el río y Portugal.
También son dignas de ver las ermitas, la de la Soledad del siglo XIII que guarda en su interior una talla de una Virgen sedante del mismo siglo; la del Cristo del Pino, a las afueras del pueblo, posiblemente del siglo XI aunque poco o nada queda de su origen; o la de San Albín, nombre de un mártir moro converso, conocida también como la de la Merced y cuya construcción se cree que data de fechas anteriores al siglo X. Otro lugar que tenemos que ver en Fermoselle es el antiguo convento de San Francisco, del siglo XVIII, alberga en la actualidad la Casa del Parque Natural de los Arribes, donde se ofrece al visitante toda la información necesaria para que la visita al parque sea, si se puede, más enriquecedora y grata. Los alrededores de Fermoselle hacen también el deleite de los amantes de la naturaleza y el senderismo pues cuenta con lugares como el de Ambasaguas, donde el Tormes desemboca en el Duero, el puente de la Cicutina sobre el Tormes, el Camino del Ordia, el Camino del Pena, y para los más avezados senderistas la legendaria cueva de Buraco del Diablo en el pago de Cordero. La visita a Fermoselle no está completa si no se disfruta de su rica y variada gastronomía maridada con un buen vino de la localidad de D.O. Arribes.
Fermoselle celebra sus fiestas patronales en honor a San Agustín durante la segunda quincena de agosto; el lunes de Pentecostés los fermosellanos acuden en romería a la ermita de Santa Cruz, donde disfrutan de un festivo día de campo y asueto; y como manda la tradición el martes después de Semana Santa se va a la ermita de San Albín y por la tarde se degusta hornazo y huevo duro.
El castillo de Fermoselle está considerado, tradicionalmente, como el último bastión comunero en Castilla y León pues en él se refugió y se hizo fuerte, al comienzo de la Guerra de las Comunidades, uno de los líderes de la revuelta, el arzobispo Acuña. Allí fue apresado por las tropas del rey y llevado a Simancas donde fue encerrado, tras la derrota sufrida por estos en Villalar. Por haber acogido a un prófugo del rey, el castillo y la muralla fueran demolidos y la villa dejó de ser señorío de los obispos zamoranos.
En Fermoselle se cultiva en un elevado porcentaje la típica y autóctona variedad de uva denominada Juan García. Es una de las principales que componen los vinos de la Denominación de Origen Arribes. Su hábitat habitual son laderas y terrazas del Duero y afluentes. Se trata de una uva que no presenta una elevada graduación alcohólica ni tampoco una alta acidez.
¿Habéis visto alguna cigüeña en Fermoselle? ¿No? Pues la explicación la encontramos en una historia que va pasando de boca en boca a lo largo de los tiempos. Se cuenta que un Viernes Santo de hace mucho tiempo, cuando estos animalitos anidaban sobre las torres de la villa, estando todo preparado para la procesión grande, el manto para el descendimiento, las campanas a punto de comenzar con su triste tañer, el cura presto para encabezar la procesión y las gentes esperando el emocionante momento del descenso de la Cruz del Cristo de Santa Colomba, de pronto todos palidecieron, el tiempo pareció detenerse, el manto que con tantísimo cuidado se había colocado sobre la Cruz no estaba, todos se miraban, todos buscaban pero tan preciada tela, no aparecía. El sacerdote en su indignación pidió que aquel que se hubiera llevado el manto jamás volviera por el pueblo. Cual no fue la sorpresa de todos cuando de inmediato el cielo se pobló de cigüeñas que emprendían el camino del exilio para nunca jamás volver. Y ¿a qué no adivináis donde se encontró el manto de Cristo? Pues sí, apareció colgando del nido de la torre de la iglesia.
A Fermoselle se llega desde Zamora por la CL-527, esta misma carretera la comunica con Portugal. Por otro lado la carretera SA-316 la une con Trabanca y Vitigudino. Además de los otros viales que la conectan con los demás pueblos cercanos.
Fermoselle cuenta con servicio de autobuses que la conectan con Zamora, Salamanca y con los diversos pueblos de las rutas. La parada del bus se encuentra a la entrada del pueblo.
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