El Camino Primitivo es una alternativa perfecta para aquellos que quieren hacer el Camino de Santiago original, para los que buscan un poco más de dificultad en la ruta, y para los que quieren disfrutar de los paisajes más verdes y más naturales a cada paso.
Si eliges esta variante, también cruzarás pueblos por los que no parece haber pasado el tiempo. Hoy te mostraremos algunos de ellos.
El Camino Primitivo fue la primera de todas las rutas que se establecieron para llegar a la Catedral de Santiago, por lo que si quieres hacer el Camino de Santiago original, con esto ya tienes un motivo por el cual decantarte por esta opción.
Fue el rey Alfonso II el Casto el primer peregrino que inauguró esta ruta, y a él lo siguieron cristianos de toda Europa en los siglos siguientes hasta que en la Edad Media empezó a popularizarse más la vertiente del Camino Francés.
Otra de las razones por las que vale la pena hacer el Camino Primitivo es por los paisajes que te esperan a tu paso. Si hay un Camino que discurre en plena naturaleza, ese es el Primitivo. Entre etapa y etapa recorrerás bosques, prados y laderas, en muchas ocasiones con la única compañía del ganado que pasta por estas zonas.
Pero además de este entorno tan bucólico, a tu paso podrás visitar algunos pueblos y localidades dignos de mención, en los que encontrarás elementos arquitectónicos que bien merecen una visita, y la mejor gastronomía típica del norte de la península.
Vamos con algunos de estos lugares destacados en el Camino Primitivo.
Oviedo es el punto de partida del Camino Primitivo y la ubicación de la corte de Alfonso II el Casto, considerado el primer peregrino. De esta ciudad emprendió su ruta hasta Santiago de Compostela para poder venerar los restos del Apóstol Santiago.
Si puedes hacer un recorrido por Oviedo antes de empezar tu andaina, te encontrarás ejemplos arquitectónicos únicos, como las iglesias prerrománicas de San Julián de los Prados o la de San Miguel de Lillo, además de por supuesto su catedral de estilo gótico, San Salvador, declarada Patrimonio de la Humanidad y famosa por las numerosas reliquias que alberga en su interior.
No te olvides de tomarte una sidrina en alguno de los muchos locales que encontrarás, y de probar un buen cachopo para empezar el Camino con ganas. De postre, alguna de las maravillas que encontrarás en sus famosas confiterías, como las moscovitas o los carbayones.
En esta localidad asturiana es donde te encontrarás una de las etapas más duras del Camino Primitivo: la subida al puerto de Palos, que se encuentra a más de mil metros de altura. Si existen etapas rompepiernas en el Camino, esta es sin duda una de ellas, ya que hasta esta subida el terreno tiene bastantes desniveles.
Pero por supuesto, el esfuerzo tendrá su recompensa. Desde esta altura obtendrás unas vistas increíbles al valle del río Nisón, en un entorno natural incomparable. A partir de aquí además el Camino será mucho más llevadero hasta el final de la etapa, para que finalmente puedas descansar al final de la jornada en alguno de los albergues con encanto de la zona.
Grandas de Salime supone el último pueblo asturiano del Camino de Santiago antes de iniciar la entrada en la comunidad gallega.
La etapa que discurre por esta localidad lo hace bordeando el embalse del río Navia. Lo más destacado de esta zona es el entorno natural que lo rodea. Si paseas por la zona natural de El Coto tendrás unas vistas únicas al pueblo.
También tienes restos arqueológicos que puedes visitar, como el castro de Chao Samartín. Y por supuesto, la mejor gastronomía asturiana te espera para ayudarte a reponer fuerzas.
La ciudad gallega más antigua, cuyos orígenes se remontan al Imperio Romano, tiene mucho que ofrecernos a nuestro paso. Empezando por el puente romano y su famosa muralla, cuyos orígenes se remontan al siglo III.
En el interior de esta muralla que rodea todo el casco histórico a lo largo de unos dos kilómetros, se encuentra la Catedral de Lugo, del siglo XII. Y muy cerca de ella, a tu disposición, los locales y restaurantes más típicos de la ciudad, en los que podrás disfrutar de un buen ribeiro o albariño, mientras degustas las tapas gratis que te servirán con tu consumición.
Al final de tu ruta, por supuesto te espera Santiago de Compostela, para poner el broche de oro a este recorrido y servirte de descanso mientras contemplas la belleza de su casco histórico. Disfrútalo: te lo has ganado de sobra.
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