Se alza en el fondo de un valle bloqueado por el desfiladero de La Croqueta, al pie del extremo occidental de la sierra de Sis en el Prepirineo, en la localidad de Calvera del municipio de Beranuy, en la comarca de La Ribagorza oscense. Según una inscripción tardo-romana del siglo I después de Cristo, en la zona hubo asentamiento poblacional y aunque los orígenes del Monasterio de Santa María de Obarra estén datados en el siglo IX hay quien le atribuye un origen anterior, tal vez visigodo, existen dos capiteles de factura visigótica en la portada de la fachada sur, además de los cuatro que decoran el altar mayor y también la pila bautismal se estima de la misma época. Durante los siglos IX y XI tuvo un relevante papel en el condado ribagorzano. Con la muerte del abad Galindo comenzó una época de decadencia y en el año 1.076 el monasterio, hasta entonces benedictino, se convierte en priorato del monasterio cluniacense de San Victorián. De las construcciones anteriores a estos siglos no queda nada pues posiblemente fueran arrasadas por las razzias del hijo de Almanzor. La protección de los barones de Espés en el siglo XIII y de los Mur de Pallars en el XVI dieron al monasterio ciertos momentos de ventura e importancia que se terminaron en el año 1.571 cuando se restableció el obispado de Barbastro, lo que ocasionó la desaparición del priorato y una mortal decadencia aunque la vida monacal pervivió en el monasterio hasta el siglo XIX.
Con la desamortización fue abandonado y parte de sus bóvedas se hundieron en el año 1.872. Aunque fue declarado Monumento Nacional en 1.931 su reconstrucción no comenzó hasta los años sesenta del siglo XX. Para llegar al enclave del conjunto monacal hay que salvar el río Isábena, antes se hacía por un puente gótico que persistió en el tiempo hasta que una riada en el año 1.963 lo destruyó completamente.
El puente que hoy se atraviesa para llegar a tan mágico y emblemático lugar es una réplica del anterior, y fue construido en el año 1.978 unos cientos de metros más abajo de la ubicación del primitivo. Cercano al río, un antiguo molino harinero, hoy albergue juvenil, hace de antesala al campo donde se encuentra la iglesia de Santa María, la ermita de San Pablo y el palacio prioral, este último, en ruinas, fue mandado construir por el prior Pedro Mur en el siglo XVI. La ermita de San Pablo es del siglo XII y sobre su portada luce un crismón trinitario, la ermita posiblemente era utilizada por los peregrinos y los cuidadores del monasterio y antes de la reconstrucción del año 1.978 era utilizada como telar. La iglesia del antiguo Monasterio de Santa María de Obarra, de finales del siglo X principios del XI, es del primitivo e inicial estilo románico lombardo y es una de las construcciones más relevantes, de esta factura, del patrimonio español. Según los paneles informativos del monasterio las proporciones y la ornamentación de la iglesia de Santa María de Obarra "se sometió a las llamadas armonías musicales, sistema proporcional arquitectónico más usado en la Alta Edad Media.
Los números 3 y 7 se repiten por todo el templo y representan respectivamente a la Trinidad, y al Espíritu Santo, totalidad del tiempo y el Apocalipsis; tres naves de siete tramos con una relación de anchura 2+3+2=7; tres ventanas en el ábside central y siete en los tres ábsides... Otros números simbólicos en el edificio son el 12, los apóstoles o los jueces del juicio final, y el 5, la salvación. Este rigor numérico se interpreta como simbología en el que la Jerusalén Celeste de las Sagradas Escrituras se ve representada en esta iglesia. Además se dice que la arquitectura del templo permite la observación astronómica a la vez que muestra un calendario cristiano perpetuo marcado por la entrada de la luz de la luna por la ventana central del ábside, en el segundo plenilunio de otoño, justo 21 semanas antes de la Pascua del año siguiente. También en los meses que rodean al solsticio de verano, un primer rayo de sol ilumina el altar y el presbiterio a la hora de tercia en que se celebraba la misa monacal." En el interior de la iglesia, a los pies de la nave norte, se halla la cuadrada pila bautismal de estilo visigótico, y siempre vigilante y protectora, en el centro del ábside mayor, la imagen de una talla en piedra policromada de la Virgen de Obarra del siglo XIV que sustituyó a otra anterior románica. El templo no tiene campanario pues el que se comenzó a construir solo alcanzó los tres metros de altura. El conjunto monacal y el enclave rodeado y custodiado por altos riscos a buen seguro dejaran en el visitante una placentera sensación.
Es tradicional la romería anual que se realiza al monasterio de Santa María de Obarra el 15 de agosto.
La iglesia de Santa María de Obarra está dedicada también a San Pedro, San Esteban y a la Santa Cruz.
Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos siglos, dominando estos lares los Barones de Espés hubo uno de ellos que se enamoró de una joven novicia del monasterio de Obarra y comenzó a agasajarla, a ella y al monasterio, con dadivas y prebendas. Esta situación no era del agrado ni de la novicia, ni de los frailes, y que decir tiene de la genta del lugar que además sufría en sus carnes la tiranía del Barón. Un buen día, el joven señor salió a cazar, como de costumbre, con la intención de acercarse al monasterio y cuando estaba en el monte se le acercó una bruja de Turbón para advertirle que si persistía en el intento de convertir en su esposa a la monja lo pagaría muy caro, pero él sin hacer caso a nada continuó su camino adentrándose en el barranco. Esa noche el Barón no regresó a su palacio y cuando al día siguiente salieron en su busca lo hallaron muerto, rodeado de piedras que desde algún sitio le habían lanzado y a tres grandes perros despedazados a su lado. Nunca se supo quién fue el autor del crimen pero comenzó a extenderse la leyenda ¿Fueron las brujas del Turbón?
Para llegar hasta el Monasterio de Santa María de Obarra lo tenemos que hacer siguiendo la carretera A-1605 que desde Graus remonta el río Isabéna hasta llegar a la altura del monasterio. Esta misma carretera pero en sentido contrario une el monasterio con la N-260 en el tramo procedente de Castejón de Sos poco antes de que esta nacional se una con la que asciende desde Lérida en dirección a Francia.
El Monasterio de Santa María de Obarra se encuentra en la vertiente contraria del río que estamos recorriendo por lo que tendremos que aparcar nuestro vehículo en la zona de estacionamiento habilitada para ello junto a la carretera y descender hasta el monasterio a pie siguiendo el camino que lo comunica con la carretera.
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