Está asentada en una llanura a un lado del Canal de Castilla, con un paisaje de suaves ondulaciones y en ligera pendiente ascendente hacia el este. Hay varias versiones sobre el origen etimológico de Frómista. Según unos historiadores data de los tiempos de los romanos y de la palabra frumentum, que significa trigo, según otros y alguna fuente documental del siglo X, Frómista es un antropónimo, nombre propio con el que se identifica a una persona, proveniente de un repoblador mozárabe. Por Frómista pasaba además de la calzada romana que unía Aquitania con Astorga y que con el tiempo se convertiría en el Camino de Santiago, otra vía, también romana, que unía Aldana, posiblemente Dueñas, con la actual Herrera de Pisuerga y Julióbriga, hoy Reinosa. En su término hubo dos villas romanas, luego lo ocuparon godos y visigodos conviviendo con los pobladores hispanorromanos.
Frómista comienza a resurgir en el siglo IX con Alfonso III el Magno, pero es con Doña Nuña La Mayor, viuda del rey navarro Sancho, con quien se consolida, en el año 1066, convirtiéndose en un verdadero baluarte como villa del Camino. Surgen varios hospitales, San Martín, Las Palmeras, Santiago,... y se edifica, por orden de esta dama, la iglesia de San Martín, edificio emblemático del Camino y una verdadera joya del románico. En Frómista vivió desde el siglo XI hasta el XV, una importante comunidad judía. Esta villa tuvo años de prosperidad cuando aquí convivieron árabes, judíos y cristianos. Los siglos posteriores, marcados por el poder de los señoríos, la expulsión de los judíos, epidemias...son la nota clave para dibujar la decadencia, que como otros muchos lugares sufrió Frómista. Con la construcción del Canal de Castilla, a finales del siglo XVIII, su vida y actividad se ven de nuevo impulsadas. En la actualidad Frómista es una villa moderna vinculada a los dos caminos que la historia le ha legado, el Camino de Santiago y el Canal de Castilla.
Frómista es, todo él, un hito en el Camino y como tal ofrece en su visita un verdadero recorrido monumental, la ermita de la Virgen del Otero, que son los restos de una antigua iglesia, esta advocada a la patrona del pueblo La Virgen del Otero cuya imagen guarda y es del siglo XIV aunque restaurada profundamente en el XX.
Un ejemplo de arquitectura ojival es la iglesia de Santa María del Castillo, de estilo gótico y situada en la parte más elevada del pueblo. O la iglesia de San Pedro, con su museo situado en las capillas laterales aunque todo el templo alberga verdaderas obras de arte, es una construcción gótica de comienzos del siglo XV. En la Plaza Mayor se encuentra una estatua del santo patrón de los marineros, San Telmo, Pedro González Telmo, nacido en Frómista en 1185, sobrino del obispo de Palencia a quien debe su educación eclesiástica, fue Deán de la Catedral de Palencia y en su predicación llego a Andalucía, Castilla y Galicia, donde murió, en Tuy. En el siglo XVII fue elegido patrón del pueblo. Y como no, la iglesia de San Martín, fue construida en la segunda mitad del siglo XI como parte del monasterio de San Martín, hoy desaparecido, es uno de los templos románicos más completos de toda Europa. Su estilo se relaciona con el románico de la Catedral de Jaca, se piensa que sus canteros pudieron ser los mismos, consta de tres naves acabadas en sendos ábsides semicirculares. La iglesia tenía cuatro entradas, una en cada una de sus fachadas, aunque sólo dos permanecen, su fachada principal está guardada por dos torres circulares, tanto su exterior como el interior posee una gran riqueza ornamental.
Pero no hay que dejar de lado lo que Frómista nos ofrece de atractivo en su otro camino, el del agua. El Canal de Castilla con sus esclusas, encargadas antaño de abrir y cerrar las corrientes de agua, con el fin de facilitar el tránsito de las barcazas en los desniveles del terreno, el paseo arbolado que lo rodea, los animales que lo habitan... todo ello hacen las delicias de visitantes y vecinos.
Frómista festeja a su patrón San Telmo el lunes siguiente al lunes de Pascua, ósea que depende de cómo caiga Semana Santa. El domingo siguiente a San Telmo, aunque es una fiesta menor, se celebra San Telmillo. A la patrona del pueblo, la Virgen del Otero se la celebra el 8 de septiembre.
Una gran tradición y el acto central de los festejos en honor a San Telmo es la procesión de el Ole, que tiene lugar el domingo por la noche. Da comienzo a las 22 en punto, presidida por el mayordomo de la cofradía, que porta el Vítor, que es una cruz en la que aparece representado San Telmo, de la que cuelgan dos cintas rojas agarradas por dos cofrades, dos diputados y el resto de la corporación municipal. Los participantes bailan con palos, porras y escobas y cantan todo tipo de canciones populares, coreándose la danza con gritos de: ¡Viva San Telmo, viva San Telmo…! ¡Esto no es Ole, esto no es Ole…! ¡Esto no es Ole y el Ole no se quita porque lo ha puesto la “Tía Majita”! Cada cierto tiempo, paran los danzantes y colocados en corro hacen sonar contra el suelo palos y porras mientras se entonan antiguas canciones. Tras estos cantos, se reanuda el baile con rapidez.
Frómista celebra el Día del Peregrino el primer domingo de septiembre. Hay diferentes actos, entre ellos un concurso de pintura rápida, que comienza a las 8 de la mañana hasta las 3 de la tarde, hora en la que se recogen los cuadros. A la 1 del mediodía los asistentes pueden degustar productos de la localidad: queso, pastas, sequillos, madalenas y roscas de palo, todo ello regado con esparceta, una bebida típica de Frómista, de secreta receta y que solo conoce una de las familias del pueblo, por la tarde a las 8 y en la iglesia de San Martín, se hace entrega de los premios del concurso.
En Frómista se escucha, desde tiempos inmemorables, una leyenda en la que se relata como acaeció un milagro allá por el año de 1453. Ocurrió que Pedro Fernández Teresa, mayordomo del hospital de peregrinos de San Martín, pidió dinero prestado a un judío llamado Matutiel Salomón, con el fin de construir lo que un incendio había destruido del hospital. Al vencer el plazo para saldar la deuda y no habiéndolo hecho el tal Pedro, el judío lo denunció a las autoridades eclesiásticas y éstas excomulgaron al deudor. Entonces Pedro ante el temor de que su alma penara por toda la eternidad decidió pagar al judío pero se le olvido ir a confesarse, por lo que la excomunión todavía pesaba sobre él. Un día, con el paso de los tiempos, el mayordomo cayó gravemente enfermo y pidió confesarse con el cura de San Martín, Fernández Pérez de la Monja, el sacerdote le llevó la Extremaunción a su casa, y después de confesar y darle los Santos Oleos, le fue a dar la Comunión pero la Sagrada Forma estaba tan pegada a la Patena que no pudo separarla. El sacerdote, sorprendido ante este hecho, le preguntó si había ocultado algún pecado en la confesión o si acaso estaba excomulgado. Fue entonces cuando Pedro cayó en la cuenta de lo que había sucedido con el judío y así se lo explicó al cura, quien le absolvió y le dio de comulgar otra Forma, porque la del Milagro se quedó allí para ejemplo. Un mojón recuerda todavía lo acontecido en la que dicen que fue la casa de Pedro.
Frómista se encuentra en pleno trazado de la antigua N-611 que une Palencia con Santander, la A-67 que sigue este mismo trazado comunica Frómista con Osorno en la A-231 o autovía del Camino y en el otro sentido con Palencia. También podemos llegar hasta Frómista desde Carrión de los Condes por la P-980 pasando por Villalcázar de Sirga entre otros municipios. La P-431 y la P-432 comunican la localidad con Santoyo e Itero de la Vega respectivamente, además de otras localidades cercanas.
Hay servicio de autobús de lunes a sábado entre Burgos y Frómista, los domingos no hay servicio y los festivos consultar. La línea Palencia-Frómista es diaria.
Se puede llegar a Frómista también por la vía de ferrocarril, que discurre paralela a la carretera, y con apeadero al sur del casco. La línea de tren que pasa por Frómista cubre la línea Valladolid-Santander-Valladolid.
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