Ribadiso da Baixo (A Coruña) (0)

¿Sabías que... Ribadiso da Baixo

Es un lugar al que el Camino de Santiago atraviesa y que pertenece al municipio de Arzúa. Su pequeña población se disemina en tres núcleos, Ribadiso da Baixo, Ribadiso da Riba y Ribadiso de Carretera. La historia de Ribadiso da Baixo está ligada al Camino Francés, pues el lugar lleva siglos acogiendo a los peregrinos. En un principio su hospital, conocido como de San Antonio, que en su día fue regido por las Monjas Terciarias Franciscanas del convento de Santa Cristina da Pena fue luego la cofradía de plateros de Santiago los que se hicieron cargo de él, y después y mediante contrato de cesión dilatado en el tiempo hasta la tercera generación, fue el noble Rodrigo Sánchez de Boado el que se hizo cargo del hospital con la condición de mantenerlo en perfecto estado y dar asilo a los peregrinos.

Para descubrir ¿Qué ver en Ribadiso da Baixo?

Ribadiso da Baixo es una mágica aldea del Camino que, rodeada de un bucólico paisaje, muestra un pequeño conjunto de típicas casas de pizarra. Para salvar el río Iso, en cuya orilla se desarrolla el pueblecito, el puente del siglo XII, de factura gótica tardía, presume de ser el más antiguo del concejo de Arzúa y a su lado se encuentra el antiguo Hospital de San Antón de Ponte de Ribadiso del siglo XV, hoy convertido en albergue.

Fiestas

Ribadiso celebra sus fiestas el 14 y 15 de agosto, también festeja a Nuestra Señora de la Asunción.

Curiosidades

En un documento fechado en el siglo XVI se dice que el rector del hospital, que aquí había, tenía la obligación de socorrer y ayudar a los peregrinos, que en el parasen, con todo tipo de caridad.

Leyenda

Cercano a Ribadiso están los restos arqueológicos de un Castro y cuenta la leyenda que en el lugar vivía una chica muy, muy pobre, tan solo poseía la familia un ternero y una vaca que Mariquina, como así se llamaba la muchacha, se encargaba de llevarlos a pastar. Un día, regresando ya a su casa, sintió sed y se acercó a una fuente que por allí había. Nada más mojarse los labios comenzó a escuchar una bonita melodía a la vez que todo se iluminó y en medio del resplandor apareció la figura de una bella mujer que se le presentó como el hada de la fuente y le entregó una bolsa con dinero con la condición de que no se lo dijera a nadie y que cada vez que volviese le tenía que traer un trozo del queso que en su casa hacían. Mariquina así lo hizo y el hada de vez en cuando volvía a darle algún dinero. Un día la madre de la muchacha se dio cuenta que ésta cogía dos trozos de queso antes de irse con los animales y al preguntarle que para quien era el segundo trozo insistió tanto en saberlo, que la pobre niña le contó lo de la fuente y el hada, entonces la madre la dejó ir sin más preguntas. Al caer la tarde la mujer empezó a preocuparse por la tardanza de su hija, de pronto sintió ruidos fuera y asomándose vio como volvían solo los animales y por más que buscara a Mariquina de esta nunca jamás se volvió a saber.