Sahún (Huesca) (0)

¿Sabías que... Sahún

Es la capital del municipio del mismo nombre del cual forman parte también los núcleos de Eriste y Eresué. Sahún se ubica entre la cuenca del Cambra y la de Llisat o Surri, en el centro del Valle de Benasque, sobre la margen izquierda del río Esera y adentrándose parte de su término municipal en el Parque Natural Posets-Maladeta y en el Monumento Natural de los Glaciares Pirenaicos. Históricamente los valles ribagorzanos, entre ellos el valle de Benasque, dependieron de los condes de Tolosa hasta el año 872 en que pasó a ser un condado independiente, el condado de Ribagorza y en el siglo XI Sancho el Mayor lo integró en el reino de Aragón.

Para descubrir ¿Qué ver en Sahún?

En un entorno donde la naturaleza se muestra en todo su esplendor y majestuosidad el casco urbano de Sahún, típico pueblo de alta montaña, conserva la bella arquitectura tradicional de la zona, con casas de piedra y grandes portalones entre las que sobresale la iglesia parroquial de San Juan Bautista, de estilo románico del siglo XII aunque con reformas renacentistas de los siglos XVI y XVII. Llama la atención del visitante que diversas casas lucen en los dinteles de puertas o ventanas inscripciones en la piedra con el año de construcción, siglo XVIII. En la fachada de la antigua Casa Abadía, un mural cerámico muestra el pueblo de Sahún y las montañas que lo rodean. Paseando por la localidad, en el centro del pueblo se encuentra el abrevadero y lavadero. En la entrada de Sahún se pueden ver los restos de la antigua ermita románica-lombarda dedicada a San Aventín que databa del siglo XII. Sobre el río Esera, cubierto por la maleza subsiste el puente viejo de Sahún posiblemente construido entre los siglos XVII-XVIII. Para poder disfrutar con el espectáculo que supone el enclave del pueblo desde Sahún salen rutas de alta montaña como también tranquilos paseos y recorridos como el que va hasta el Santuario de Nuestra Señora de Guayente, en sus inicios fue ermita y abaciado, la iglesia fue construida entre los siglos XII y XVI, cercano al santuario se encuentra la fuente-oratorio de Santolai; o el camino de la montaña de Sahún que acerca a romeros y visitantes hasta la ermita de San Pedro Mártir, construida en el año de 1731. Sahún es un tranquilo y apacible pueblo que aúna el confort actual con un entorno privilegiado para la práctica del turismo activo y de naturaleza.

Fiestas

Sahún celebra fiestas en honor a San Juan el 24 de junio, el 8 de septiembre la festejada es la Virgen de Guayente y hasta la ermita de San Pedro Mártir los lugareños, y todo el que lo desee, suben en romería, por el camino de montaña de Sahún, el 1 de mayo.

Tradiciones

La Unesco declaró en el año 2015 a las fallas del Pirineo como Bien Inmaterial de la Humanidad y las ancestrales "falles" de Sahún forman parte de ello. Les falles son antorchas que se encienden en la noche de San Juan para celebrar el solsticio de verano y que aquí están hechas de varas de avellano con piel de abedul que se encienden de una hoguera prendida en lo alto de la montaña para después los mozos solteros bajarlas corriendo y zigzagueando por la ladera hasta la plaza del pueblo donde encienden con ellas las distintas hogueras que se tienen preparadas, y a la luz del fuego giran y giran sobre sus cabezas les falles hasta que se consumen y apagan. Luego continúa la fiesta con música y comida. En Sahún, los palos así quemados se guardan y se clavan en las huertas para proteger las cosechas

Curiosidades

La colaboración entre el ayuntamiento de Sahún y la Diputación Provincial de Huesca unido al esforzado trabajo efectuado por los alumnos de la Escuela de Sahún, ha logrado hacer realidad una bonita ruta turística llamada “Costumbres, tradiciones y oficios” que recorre los tres pueblos del municipio, Eresué, Eriste y Sahún.

Leyenda

En Sahún se oye una leyenda o cuento tradicional que habla de cómo había en el pueblo un señor que vivía feliz y que aunque su prosperidad era patente, su casa, sus campos y animales eran los mejores de la zona, nunca se le veía trabajar. Un día su joven vecino, deseoso de conocer el secreto que el hombre guardaba, le vigiló a través de la ventana de la casa y vio con sorpresa como éste sacaba de dentro de su chaqueta un tubo y, destapándolo, de él salían una nube de bichitos a los que su guardián les mandaba hacer todas las labores y la última orden era "rápidamente volver al canuto". Al ver esto el muchacho aprovechó una mañana en la que el hombre estaba dormitando a la puerta de su casa para hacerse con el recipiente que contenía a los animalitos y yéndose con él a sus campos lo abrió y ordenó a los "diaplleróns", como así se llaman por estos lares a estos mágicos seres, que lo limpiaran de hierbas, cuando terminaron volvieron prestos gritando "qué fem, qué fem...” y empezaron a rodearle pues el muchacho no sabía que mandarles. A punto estaba de perecer asfixiado por ellos cuando el buen hombre que los custodiaba apareció y tomando el canuto les ordenó entrar en él. Una vez pasado el susto le explico a su joven y curioso vecino como debía actuar con ellos y a la vez, como ya conocía su secreto, le dijo que a su muerte él se haría cargo del canuto.