Se alza sobre un berrocal granítico, entre el valle del Tajo y los montes de Montánchez. Trujillo debe su origen a los romanos que se asentaron en el lugar y formaron un pequeño poblado al que llamaron Turgalium. Con la ocupación musulmana pasó a llamarse Turgiela y es en esta época cuando adquiere importancia estratégica y militar. Su nombre fue Truxillo cuando Fernando III la reconquistó y pasó a ser villa de realengo. Alfonso X de Castilla le concedió fuero y a los caballeros que participaron en la Reconquista les concedió privilegios importantes consiguiendo así que esta nobleza gobernará la villa y construyera en ella sus palacios. En el año 1430 el rey Juan II de Castilla le concedió el título de ciudad.
El renombre alcanzado por Trujillo se debe sobre todo a la importante labor que sus hijos trujillanos hicieron en la conquista, exploración y colonización de América; de Trujillo salieron importantes conquistadores y exploradores, como Francisco Pizarro, Diego García de Paredes, Francisco de Orellana o Nuño de Chaves. Más de 600 hombres participaron en la conquista de América. En los siglos XVII y XVIII Trujillo sufre un progresivo declive y una larga crisis urbana y económica. Durante la Guerra de la Independencia la ciudad sufre la invasión francesa, destruida y ocupada varias veces por las tropas napoleónicas la reconstrucción de los daños que los invasores causaron en la ciudad se alargó hasta bien entrado el siglo XX. Ya en este siglo Trujillo pasó a ser un centro comarcal de servicios y se desarrolló el turismo en la ciudad gracias a su gran riqueza patrimonial.
Recorrer las calles de Trujillo es pasear por siglos de historia contada por los innumerables edificios y construcciones que forman el gran patrimonio histórico, artístico y cultural de la localidad. Es como un continuo pase de diapositivas en las que el visitante descubrirá las dos zonas bien diferenciadas, pero con continuidad, que lo conforman, la villa o zona medieval con sus palacios, casonas e iglesias y la imponente ciudad renacentista en la que se convirtió Trujillo en los siglos XV y XVI cuando de ella salieron exploradores y conquistadores del nuevo mundo repercutiendo con ello en la grandeza de Trujillo y de la corona española. Villa amurallada y ciudad moderna, antiguos arrabales, son protegidos por la bonita silueta del castillo. Adosadas a las murallas y después de la reconquista en el año 1232 se construyeron una serie de casas fuerte como la de los Altamirano, conocida como el "Alcazarejo", el palacio de Luis de Chaves el Viejo de los siglos XIV y XV, una de cuyas torres custodia la puerta de Santiago, en él se alojaron bastante tiempo los Reyes Católicos, junto al palacio y la puerta que defendía se encuentra la iglesia de Santiago, construida en el siglo II y muy reformada en el XVII en su interior guarda la famosa talla del siglo XIV del Cristo de las Aguas, la casa fuerte de los Escobar, de finales del siglo XV, el alcázar de los Bejarano, casa fuerte que custodiaba el llamado Arco del Triunfo, el palacio de los señores de Orellana que se construye en el siglo XV, la casa de Francisco Pizarro de Vargas, la casa solariega de los Rol Zárate y Zúñiga del siglo XV, conocida como "casa de las Palomas" por las que figuran en el escudo familiar, la de los Alvarado, la de los Calderón,...
En medio de este entorno se ubica el templo más importante de Trujillo, la iglesia de Santa María la Mayor, en ella se encuentran los enterramientos de las familias más ilustres de la ciudad, llama la atención un bonito coro, sus bóvedas de crucería pero sobre todo el espectacular retablo del altar mayor, el templo fue levantado sobre los cimientos de una primitiva mezquita en el siglo XIII y aunque ha sido reformado en el XV su preciosa torre románica forma parte del paisaje urbanístico trujillano. Cerca de la iglesia de San Andrés se encuentra uno de los monumentos más desconocidos de Trujillo, la Alberca, es una cisterna de agua que pudo ser en sus orígenes un baño público romano de la época del emperador Augusto y que en la época islámica fuera abrevadero lo que está claro es que sus escaleras del siglo XV facilitaban el acceso para su limpieza y que en los alrededores se conservan restos de la canalización que llevaba sus aguas a los campos. Ya en la Plaza Mayor, de forma rectangular, estilo renacentista y rodeada por soportales en gran parte, y que en sus orígenes fue los arrabales donde se asentaban artesanos y comerciantes para convertirse en el siglo XVI en el centro neurálgico de la localidad cuando sus familias ilustres construyeron en ella sus palacios, se puede ver el palacio de los Marqueses de la Conquista, una lujosa residencia levantada por los Pizarros que luce encima del balcón plateresco que hace esquina el escudo que Carlos V concedió a Francisco Pizarro cuyo monumento ecuestre luce orgulloso en esta plaza.
El palacio de los marqueses de Santa Marta, construido a finales del siglo XVI y reformado en el siglo XVIII; la llamada Casa de la Cadena, antiguo palacio de los Chaves Orellana, se llama así por la cadena que luce sobre la puerta como símbolo de la estancia de Felipe II en 1583 de paso a Portugal; la casa de los Orellana, obra de sillería del siglo XVI; el palacio de los duques de San Carlos, situado en una de las esquinas de la plaza un edificio de grandes proporciones que fue edificado entre los siglos XVI y XVII; la iglesia de San Martín, haciendo ángulo también en la plaza, es del siglo XVI y su fachada luce dos torres una campanario y la otra para el reloj decorada con azulejos talaveranos, el ayuntamiento viejo, la casa del Peso Real, el palacio de Piedras Albas... Es tanto lo que Trujillo muestra que es imprescindible pasearlo despacio disfrutando de cada rincón intentando descubrir lo que atesora cada edificio. Palacios, templos, conventos y museos que se aglutinan en una preciosa ciudad que completa su atractivo con una rica y variada gastronomía además de celebrar multitudinarias ferias y eventos como la Feria Nacional del Queso.
Trujillo festeja a su patrón, el Cristo de la Salud, en el mes de mayo y el 15 de agosto se celebra la tradicional fiesta a la Asunción de María, a la patrona la Virgen de la Victoria los trujillanos la honran a finales de agosto.
En Trujillo se celebra una vez al mes, en la Plaza Mayor, el "jueves comarcal" con la intención de continuar con el tradicional "mercado franco de los jueves" que fue concedido a la localidad por el rey Enrique IV en el año 1471.
La actual y de renombre fiesta del "Chiviri" que se celebra en Trujillo el domingo de Resurrección, tienen orígenes y matices bucólicos y pastoriles y está relacionada con un mercado de corderos que tenía lugar en la Plaza Mayor. La fiesta en un principio era conocida por la “Fiesta de Pastores y Corderos”. El Chiviri es el nombre y la más famosa de las canciones populares que se entonan durante el festejo en el que las mujeres se engalanan con el “traje de pastora”, los hombres llevan un pañuelo rojo en el cuello y los niños van vestidos de pastor con traje de cuero y borrego y llevan de la mano un borreguito con una cinta roja. La fiesta culmina con una comida campestre.
Cuenta la historia oral que la Virgen de la Victoria se apareció sobre la ciudad de Trujillo para ayudar a los cristianos contra las tropas árabes y gracias a ello los cristianos consiguieron la victoria. La Virgen fue honrada como protectora de la ciudad y nombrada patrona de Trujillo.
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Hasta Trujillo podemos llegar desde Cáceres siguiendo la autovía A-58, también pasa por la localidad la A-5 en su tramo entre Navalmoral de la Mata y Mérida, de la misma manera hasta Trujillo llegan diferentes carreteras locales que la unen con las localidades cercanas.
Trujillo cuenta con estación de autobuses a la que llegan servicios regulares que la conectan con diversas ciudades y capitales, Madrid, Barcelona, Salamanca, Valladolid, Cáceres, Badajoz, Mérida... y también con localidades más cercanas. La estación se ubica en Campo de San Juan, s/n y el número de teléfono para ampliar información es el 927 321 202.
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