Está situado en una penillanura en lo alto del puerto del mismo nombre, en un estratégico cruce de caminos por el que pasa el Camino Primitivo, en el extremo occidental del concejo de Salas al que pertenece y formando parte de la parroquia homónima. La Espina, al ser cruce de caminos y carreteras, paso incesante de viajeros y romeros, fue sede de hospitales de peregrinos. Uno de ellos fue fundado quizás con las donaciones que en el año 883 el rey Alfonso III El Magno hizo al santuario de Compostela, el otro hospital, llamado de San Pedro Apóstol, fue sufragado por Fernando Valdés Salas, obispo de Oviedo e inquisidor general. Estos hospitales y sus malaterías estaban exentos de impuestos gracias a los privilegios otorgados por reyes, entre ellos Alfonso IX, según reza en escritos fechados en el año 1224, además se sabe que dichos hospitales no desaparecieron hasta más o menos el siglo XVIII. Hasta entonces las tierras de La Espina pertenecieron a la malatería. Hacia el siglo XIII y debido a su estratégica situación, al ser cruce de caminos, esta braña vaqueira fue prospera e importante, en ella se firmó, en el año 1277, una carta de hermandad entre Avilés, Pravia, Grau, Salas, Somiedo, Valdés, Tineo, Cangas y Allande, naciendo así lo que podría denominarse la primera federación de concejos asturianos. La Espina perteneció al concejo de Tineo hasta el siglo XVI. A principios del siglo XIX La Espina formó ayuntamiento independiente junto con Bodenaya, Idarga y Brañalonga. De este ayuntamiento La Espina fue sede y capital, la casa del consistorio estaba en el edificio de la Venta y el ayuntamiento duró tres años. Durante las Guerras Carlistas la localidad fue lugar de paso y pernocta de los generales Gómez y Espartero.
La iglesia parroquial de La Espina está dedicada a San Vicente y se sabe que otrora tenía lugares separados, en las celebraciones eclesiásticas, para la gente del lugar y los foráneos. En la calle principal de La Espina se puede disfrutar de una curiosa mezcla de estilos, donde edificios actuales, casas campesinas de las de antes, paneras e incluso algún palacete ven pasear al visitante. A las afueras de La Espina, sobre una peña se puede admirar un dolmen policromado.
El primer domingo de julio en La Espina se celebra el tradicional festejo llamado La Festona. En septiembre, en la localidad se celebra la Feria de Covadonga, y el domingo siguiente a la festividad de la Virgen de Covadonga es la Feria de Ovejas.
Existe una creencia popular que habla de que la iglesia estuvo muy relacionada con la antigua y renombrada malatería de La Espina, conocida por el nombre de Nuestra Señora del Baçar. De este antiguo hospital no queda nada pues la imagen de San Lorenzo, patrón de los leprosos, que aquí se guardaba fue destruida durante la Guerra civil. A dicha talla se acercaban los vecinos con agua para una vez bendita emplearla en remedios caseros y curaciones.
En Venta de las Cruces, lugar muy cercano a La Espina, el Camino Primitivo enlaza con el Camino de la Costa.
Cuenta la leyenda que aquí, donde cinco ríos brotan y un viejo humedal se resiste a desaparecer, había una ciudad llamada Remolero que fue levantada sobre las aguas y que cuando sus habitantes se negaron a dar cobijo y asistencia a unos peregrinos, esta ciudad quedo maldita y fueron esas mismas aguas que la sustentaban las que la hicieron desaparecer y se cuenta que cuando llueve mucho todavía se veía emerger el corazón de un roble y que el fondo de la charca resplandecía.
La Espina comunica con Tineo a través de la carretera local AS-216 y a través de la carretera nacional N-634 se une con Salas y Grado por un lado y la A-8 y Luarca por el otro. Además hasta La Espina llegan diferentes carreteras locales que la conectan con las aldeas y lugares de sus alrededores.
La Espina cuenta con parada de autobuses que con diferentes trayectos la enlazan con Tineo, Salas, Grado, Pola de Allande Cangas del Narcea y Oviedo además de con distintas localidades cercanas.
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