Oviedo, Principado de Asturias (0)
Monumentos prerrománicos del Naranco
El complejo palatino formado por la iglesia de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, monumentos arquitectónicos de estilo prerrománico, se asienta sobre las laderas del monte Naranco, cercano a la capital del Principado de Asturias y antigua capital del reino asturiano, Oviedo. Ramiro I fue un joven rey de la monarquía asturiana que tuvo un breve pero intenso reinado entre los años 842 y 850. Además de hacer frente a rebeliones internas, ataques de los normandos e incursiones musulmanas, hay que sumar su espíritu impulsor del arte y la construcción, ello le ha hecho pasar a la historia como promotor del arte prerrománico asturiano al que se conoce como arte Ramirense y que su huella haya quedado para la posteridad en los monumentos del monte Naranco.
A mediados del siglo IX, Ramiro I, ordenó que en la ladera sur de dicho monte, donde había un rico coto de caza, se construyera un complejo palacial de recreo con un pabellón real, una iglesia palatina y sus pertinentes pabellones de servicios. De este conjunto regio y por fortuna, para nuestra admiración, han llegado a nuestros días la iglesia o capilla real, San Miguel de Lillo, y el pabellón regio o palacio, que según las crónicas, hacia el año 857 fue convertido en iglesia bajo la advocación de la Virgen María, pasando a conocerse como Santa María del Naranco.
La estructura arquitectónica de Santa María sirvió de referencia para las posteriores construcciones románicas. El edificio es de planta rectangular y está dividido en dos pisos, uno inferior o cripta que tiene acceso directamente desde el exterior, es totalmente cerrada con arcos transversales que la dividen en cinco tramos, la nave central esta recorrida, casi a ras de suelo, por un bajo banco en piedra en el cual parece apoyarse el muro, las estancias laterales tienen las mismas dimensiones y están en la misma situación que los miradores de la planta superior siendo las únicas zonas que no son abovedadas y sus cubiertas son de madera, una de ellas alberga en su interior una profunda piscina y para entrar en la otra lo debemos hacer por una pequeña puerta situada en el exterior.
Al piso superior se llega por una escalera situada en el lado norte, es una sola estancia con miradores a ambos lados y unas ventanas ajimezadas. El interior, con bóveda de cañón, sustentada por arcos fajones que descansan en un muro que repite la decoración exterior de pilastras decoradas con remate de medallones con figuras humanas y de animales. A los miradores se accede a través de una triple arquería, en el mirador situado al este se encuentra el ara o altar de consagración actual que es copia del original, que se conserva en el Museo Arqueológico de Oviedo y que perteneció a la iglesia de San Miguel de Lillo.
Esta iglesia está situada a unos doscientos metros de la de Santa María, su advocación, constatada desde el año 908, vincula el templo con el culto al arcángel San Miguel que estaba presente en la Península Ibérica desde finales del siglo VII. El edificio que hoy contemplamos corresponde a un tercio aproximadamente de la edificación primitiva. La iglesia se derrumbó en parte debido a un corrimiento de tierra durante la Edad Media, hoy queda en pie el primitivo pórtico y uno de los tramos de la nave original, se conservan cuatro de las celosías originales del monumento; en su origen tuvo planta basilical de tres naves, los muros estuvieron decorados con pinturas murales, a los pies de la nave principal sobre el antiguo pórtico se sitúa una tribuna o coro, a ella se sube por un hueco decorado por pilastras de mármol, con estrechas escalerillas de piedra. En el exterior unas piedras en el suelo marcan el contorno que pudo tener la primitiva iglesia.
En estos edificios y en ocasiones señaladas se siguen celebrando actos religiosos. Así, en Santa María tiene lugar la fiesta anual en honor del apóstol Santiago con procesión de la imagen desde el Monasterio y la fiesta de San Miguel no puede faltar cada 29 de septiembre en San Miguel de Lillo. Los feligreses de Santa María del Naranco, con todo el derecho, pueden solicitar recibir los sacramentos en los Monumentos. También se celebran eucaristías con motivo de los aniversarios de matrimonio de aquellos que se casaron en estos edificios sacros.
En el ara, que se alza sobre un mesa construida con piedra de sillería y que en su parte inferior hay una cavidad para guardar las posibles reliquias, hay una inscripción que parece una oración penitencial y cuya traducción dice: Cristo, hijo de Dios, que entraste en el vientre de la Virgen Santa María sin concepción humana y saliste sin corrupción; que mediante tu siervo Ramiro príncipe glorioso con la reina cónyuge Paterna renovaste esta morada consumida por la mucha antigüedad, y por medio de ellos edificaste este ara de bendición a la gloriosa Santa María en este lugar elevado; óyelos desde tu morada de los cielos y perdona sus pecados. Que vives y reinas por los infinitos siglos de los siglos, amén. Día noveno de las kalendas de julio de la era 886 (23 de junio de 848).
Las visitas comienzan en Santa María del Naranco, permaneciendo abiertos los monumentos alternativamente. Son guiadas excepto los lunes por la mañana que la entrada es gratuita. Las entradas se retiran en Santa María del Naranco. Domingo tarde y lunes tarde, cerrado.
Según cuenta el texto "Ordo Visigothorum", cuando el rey marchaba a la guerra con sus ejércitos, en el aula palatina se celebraba un ritual cortesano de exaltación a las campañas militares con marcado carácter religioso y se dice que esta era una de las funciones a la que era destinada el aula palatina de Santa María del Naranco. En este ceremonial, el rey y el obispo entraban en el piso inferior del aula, donde el prelado sumergía al rey en la piscina llenada, para tal acontecimiento, con agua bendita, para que recibiera el baño litúrgico. Después se le ponía una túnica blanca y subían al piso superior donde se le colocaba el manto, se le ungía y se le daba el lábaro, formado por una cruz de tipo asturiano con los extremos de los brazos más anchos y que debía llevar en la batalla, presidiendo así los ejércitos. El obispo después bendecía a los caballeros nobles, desde la abertura de la capillita del piso superior. Por último el rey salía a uno de los miradores para recibir la aclamación del pueblo.
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Oviedo está comunicado mediante la A-66 y la N-630 con Mieres y León por un lado y con la A-8, autovía del Cantábrico, y Gijón por el otro. También llega hasta Oviedo la N-634 que atraviesa Asturias por el interior, desde Luarca en la costa occidental, hasta Ribadesella en la oriental. Además en la estación de autobuses de Oviedo encontramos un gran número de diferentes líneas que la comunican con las diferentes localidades del Principado de Asturias, así como con las principales capitales de España. Oviedo también cuenta con una céntrica estación de tren que amplía las diferentes líneas de comunicación con las localidades de la comunidad autónoma. Y su aeropuerto ofrece vuelos directos a capitales europeas y españolas.
Nos debemos dirigir hacia el Monte Naranco al noreste de la ciudad, en cuya falda se encuentra la Iglesia de Santa María del Naranco. El acceso lo encontraremos siguiendo la calle Ramiro I, a la que llegaremos por la calle del Teniente Coronel Teijeiro, desde la cercana estación de tren Uría, en la avda. Fundación Príncipe de Asturias que casualmente se sitúa en parte junto al trazado que seguía la N-634 a su paso por Oviedo. También la línea 10 y la 3 de los autobuses urbanos nos cubren el trayecto desde Oviedo al centro de recepción de visitantes.
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