Langreo, Principado de Asturias (1)
Un viaje hacia las entrañas de las minas asturianas
Se sitúa en el Valle de Samuño, en el concejo de Langreo y en pleno corazón de la cuenca minera asturiana, en el que su mayor relevancia la obtiene al aunar territorio y patrimonio sabiendo conservar su legado industrial, cultural y etnográfico. El viaje a la historia de la minería en esta zona asturiana comienza en la estación de El Cadavíu, edificio que en su origen albergaba las locomotoras e instalaciones de transporte, tanto de los propios mineros como del carbón extraído y en el que hoy en día se pueden ver fotos de los antiguos pozos mineros cercanos así como algún traje y herramienta de las que usaban los mineros.
Subirse a un auténtico tren minero, cuyos vagones son una réplica de los que todavía se usan para el transporte de los trabajadores, y recorrer el antiguo camino del carbón es toda una experiencia. El tren recorre alrededor de 2 Km utilizando la antigua, pero recuperada, trinchera de ferrocarril que transportaba el mineral desde las minas por el estrecho valle junto al río Samuño afluente del Nalón, pudiendo contemplarse el túnel y bocamina La Trechora y el pozo Samuño. Poco más de diez minutos de viaje disfrutando del paisaje, en los que se atraviesa un frondoso bosque de ribera formado por sauces, laureles, saucos y alisos, sin olvidar al verdadero protagonista de estas laderas, el castaño, que en las zonas más altas deja paso a las hayas, para entrar en el Socavón Emilia, construido a finales del siglo XIX, un antiguo transversal de transporte de carbón de más de un kilómetro de longitud que constituye el mayor recorrido ferroviario subterráneo, abierto al público, por una mina real, existente en España y que en 1.930 se convierte en la primera planta del pozo San Luis.
Se puede experimentar la sensaciones que tenían los mineros, el ambiente húmedo donde el agua circula a sus anchas, las extrañas formaciones vegetales y desde luego las capas de carbón. Todo el socavón está protegido por vigas excepto algunas zonas donde la roca natural aguanta el soporte y otras donde queda ladrillo macizo del que se usaba a comienzos de la historia de esta mina de hace más de cien años, en la que también se pueden ver ensanchamientos, galerías y utensilios de su época de actividad. El recorrido termina en el embarque de la primera planta del pozo San Luis, a 32 m. de profundidad, desde aquí se asciende al exterior a través de la jaula minera que recorre la caña del pozo, no sin antes curiosear paneles informativos de los pozos, activos y no, de la cuenca minera del valle del Nalón o la máquina de 1.930, que utilizaba el llamado señalista, para avisar al maquinista que desde el exterior manejaba las jaulas, a que planta de la mina las tenía que dirigir o si llevaban mineral o mineros, dependiendo de esto sabia la velocidad que las tenía que imprimir, también avisaba de posibles accidentes.
Una vez en la superficie se puede contemplar las jaulas originales del pozo San Luis, en las que en las más grandes cabían hasta cuatro vagonetas y que por medio de poleas, que se manejaban desde el edificio de máquinas, unidas al castillete de 28 metros de altura, construido en 1.930 en Langreo y curiosamente ensamblado en vez de con soldadura con remaches, subían y bajaban al pozo. La casa de máquinas es el edificio que preside todo el conjunto del pozo San Luis, en su fachada se puede ver el nombre del pozo, el año de su inauguración, el nombre de la empresa que lo comercializaba y el pico y el martillo cruzados, que es el anagrama o símbolo internacional de las minas.
Dentro alberga un puente grúa, dos inmensos compresores de aire, el más antiguo se compró en 1.936 en Estados Unidos, pero a causa de la Guerra Civil y por falta de permisos no llego a la mina hasta 1.940, una máquina de extracción de 1.929, y el motor y la cabina donde el maquinista manejaba las jaulas. El edificio de las oficinas se construyó en el año 1.953 y es el único de todas las instalaciones que tiene acceso directo a la calle en la fachada principal, así se evitaba que los oficinistas se pudieran manchar con el barro, el polvo del carbón... En este edificio además y a través de una ventana que se llama pagaduría se les daba el sobre del sueldo a los mineros, pues a estos les estaba prohibido entrar dentro. Otros inmuebles que despiertan curiosidad son la casa de aseos y la lampistería, aunque son edificios independientes su finalidad es complementaria.
El minero antes de comenzar su turno entraba en la casa de aseo y allí disponía, aparte de las duchas pertinentes con su calefacción, de una taquilla, donde dejar sus efectos personales, ropa de calle, neceser de aseo... y una especie de plato con perchas que se subía al techo con una polea y que cuando terminaba su turno le servía para dejar la ropa de faena a secar para el siguiente uso, pues de la mina salían llenos de humedad, de aquí y con su ficha de número personal en la mano, pasaban al siguiente edificio, la lampistería, donde se la entregaban a la persona encargada de llevar el control de las lámparas aquí depositadas, éste les daba a cada uno la suya dejando la ficha colgada en un tablero y con esto a la vez sabía que turno y que mineros estaban dentro de la mina. Al acabar la jornada se seguían los mismos pasos pero a la inversa. Una exposición de cuatro locomotoras, y los edificios de servicios complementarios como el botiquín, la carpintería y la fragua completan la visita a este atrayente museo.
La casa de aseos fue construida en 1.925 y desde entonces ya contaba con agua corriente caliente y calefacción, como curiosidad decir que era muy habitual que los días que el pozo estaba cerrado los vigilantes abriesen una de las portillas para dejar entrar a los niños y niñas del valle para que se pudieran duchar con agua caliente. El pueblo de La Nueva, cuyo caserío domina el pozo San Luis, es genuinamente minero, surge a la vez que la explotación minera en el valle, hacia el año 1.845. En La Nueva y las aldeas de alrededor llegaron a vivir hasta 3.500 personas y disfrutaban de todos los servicios y locales de asueto. Hoy en La Nueva, que es una coqueta localidad, solo viven 300 personas.
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A Langreo se llega desde Oviedo por la autovía A-66, empalmando con la carretera AS-242. Para ir desde Gijón, que está a 36 km, hay que coger la autovía AS-1 hasta la desviación de la salida 9 dirección AS-17,esta misma carretera por su otra vertiente comunica la localidad con San Martín del Rey Aurelio y Pola de Laviana introduciéndose en el corazón del Parque Natural de Redes, pasando por Ciañu, cercano a Langreo. También lo podemos hacer en autobús ya que dispone de líneas regulares de transporte de viajeros que cubren el trayecto Oviedo-Langreo y Gijón-Langreo, además de en tren, FEVE y RENFE comunican Langreo por ferrocarril con Asturias y el resto de España.
Una vez en Langreo, al llegar a la rotonda de Riañu, se toma la AS-17 dirección Campo de Caso hasta la salida de Ciañu. Y es en Ciañu donde, en el cruce cercano a la iglesia, encontraremos el desvío hacia La Nueva que nos llevara hasta la estación de El Cadavíu. En la estación de El Cadavíu dejaremos el coche en el aparcamiento de la propia estación, convertida ahora en el centro de recepción de visitantes al Ecomuseo Minero lugar donde comienza la visita.
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