Se encuentra en el casco urbano de Ramales de la Victoria, al pie del monte Pando y a tan solo dos kilómetros de la también visitable cueva de Covalanas. En la cueva de Cullalvera hay indicios de haber sido ocupada ya en el Paleolítico Superior, aunque el grupo más profundo de sus pinturas rupestres son del Magdaleniense hace más o menos unos 13.500 años. A pesar de que la cueva era conocida desde muy antiguo debido a su gran tamaño, fue en el año 1.903 cuando Lorenzo Sierra descubrió los primeros restos prehistóricos, no siendo sino hasta el 1.954 cuando empiezan a descubrirse sus pinturas rupestres. La acción del agua y el tiempo sobre la roca han sido los artífices de esta excepcional y grandiosa cueva. Con más de dieciséis kilómetros de recorrido y unas alturas que sobrepasan los treinta metros, sin olvidarnos de su gran anchura, no destaca por sus pinturas rupestres en sí, sino más bien por ser la que las tiene más profundas o escondidas, motivo por el cual estas pinturas no son visitables. Cullalvera, que forma parte de un conjunto de cuevas con restos prehistóricos, sorprende al visitante en un primer término con una fresca corriente de aire que le envuelve nada más que se va acercando a su grandiosa entrada.
Imagen cedida por Cuevas Prehistóricas de Cantabria. ©Miguel de Arriba/SRECD
La visita se desarrolla a través de una pasarela que, en su recorrido deja disfrutar de la inmensidad de esta cavidad mientras que un verdadero espectáculo de luz y sonido mientras danza el agua, te sumerge en un mundo mágico a la vez que nos habla de su larga historia, desde la prehistoria hasta la más reciente. El arte rupestre de esta cueva no se puede visitar pues se encuentra bastante profundo y además las corrientes de agua están muy activas dentro de la cueva, cuando llueve la cavidad parece una surgencia de la que el agua brota enérgicamente. A unos 700 metros de la boca de entrada en una especie de salita lateral hay un panel con pinturas, signos y símbolos, de color rojo y negro, unos trescientos metros más adentro en un panel en lo alto, se pueden ver, en color negro, unos bonitos caballos de gran tamaño y más lejos aún, una serie de pequeños puntos rojos; estamos en la manifestación rupestre más profunda de toda Cantabria.
Imagen cedida por Cuevas Prehistóricas de Cantabria. ©Miguel de Arriba/SRECD
La cueva de Cullalvera ha sido siempre refugio del hombre y sus acciones, desde que en la prehistoria dejaron su huella en las pinturas y signos hasta cuando durante la Guerra Civil fue utilizada como garaje y centro del parque móvil.
Imagen cedida por Cuevas Prehistóricas de Cantabria. ©Miguel de Arriba/SRECD
El entorno de la cueva de Cullalvera ya constituye por sí mismo como un espacio mágico donde una gran boca de entrada emerge de un frondoso encinar como invitándote a adentrarte en las entrañas de la tierra y descubrir historias ancestrales, huellas de un pasado.
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A Ramales de la Victoria se llega por la carretera nacional N-629 que la une por un lado con Limpias, Ampuero y Colindres por donde pasa la autovía A-8 Bilbao-Santander. Por el otro lado la N-629 la comunica con Medina de Pomar y Trespaderne. También llega hasta Ramales de la Victoria la carretera C-216 que remonta parte del río Asón llegando hasta Solares. Ramales de la Victoria cuenta con servicio de autobús que realiza el trayecto Ramales-Laredo. En Gibaja, localidad del municipio de Ramales de la Victoria hay estación de tren de FEVE que cubre la línea Santander-Bilbao.
En plena nacional a su paso por Ramales de la Victoria, más concretamente en los alrededores del ayuntamiento encontraremos los carteles que nos indican las calles de acceso hacia la cueva de Cullalvera. El inicio del paseo que lleva hasta la entrada de la cueva se sitúa a las afueras de la localidad, al final de la calle General Espartero. Es aconsejable aparcar nuestro vehículo en el casco urbano ya que en la zona cerca al paseo no dispondremos de aparcamientos. Al final del paseo que conduce hasta la boca de la cueva se encuentra el punto de atención al visitante.
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