Se sitúa donde el valle y la sierra confluyen. Además dos ríos la rodean, el Leza, bravo y sombrío, y el Jubera, despejado y pausado. El origen de la localidad de Murillo de Río Leza parece estar relacionado con los romanos y sus calzadas y los asentamientos poblacionales que originaban entorno a sus campamentos, como así lo atestiguan restos arqueológicos encontrados en la zona. Los musulmanes, en la Edad Media, también dejaron su impronta, sobre todo en técnicas de cultivo aprovechando sus fértiles tierras. Cuando en el siglo IX la vida ermitaña toma auge, Murillo brinda los montes arcillosos que hay en sus alrededores y un grupo de monjes excavan sus cuevas en ellos, parece ser que en el paraje conocido como Caseta de los moros y Agujerones. En el siglo XI Estefanía de Navarra dona la villa a su hijo Ramón el Fratricida. Siglos más tarde se vuelve a citar a Murillo en documentos cuando Enrique de Trástamara entrega varios pueblos, entre ellos éste, al Señor de Cameros quien después se lo deja a su nieto, hacia el 1385. El tiempo y la historia de Murillo de Río Leza corren paralelos a los de su entorno. Con la abolición de los Señoríos y cuando se creó la provincia de Logroño, Murillo pasó a formar parte de ella. Hoy es un dinámico y actual pueblo con un marcado carácter agrícola y vinatero.
En un principio el urbanismo de Murillo de Río Leza se ordena en torno a la calle principal con una inequívoca dirección marcada por el valle. Entre sus edificios, bien cuidados, aparece alguno que su fachada con escudo habla de una historia de nobleza, pero es su iglesia parroquial con advocación a San Esteban Protomártir el monumento más emblemático del pueblo, se construyó entre los siglos XVI y XVII en piedra de sillería y con unas grandes proporciones. A las afueras del pueblo hay dos ermitas, una, junto al cementerio, es la ermita de Nuestra Señora del Cortijo y la otra que se encuentra camino a Ventas Blancas es la de Santa Ana, que fue construida en sillería en el siglo XVI a la que en el siglo XVIII se la agrandó con otras construcciones. Más si todo esto es bonito de ver no lo es menos el barrio de las bodegas, siguiendo la carretera, por la Cuesta de la Covacha, se llega a un mirador desde donde el pueblo y su paisaje ofrecen la mejor de sus caras; viñedos, olivares, campos de cereal, los ríos, la grandiosa iglesia...Un bonito colofón a la visita a Murillo de Río Leza.
En Murillo se celebran, desde hace unos años, las fiestas mayores en honor a su patrón San Esteban Protomártir durante la primera semana de agosto, aunque su festividad es el 26 de diciembre y las fiestas menores el 8 de septiembre son en honor a Nuestra Señora la Virgen del Cortijo. En el pueblo durante el año se hacen varias procesiones y romerías, en las Candelas el primer domingo de febrero es “La procesión de los piojosos” el 1 de mayo se procesiona a San José Obrero y el 15 a San Isidro, en noviembre se hace a la ermita de la Virgen del Cortijo, y en diciembre las procesiones son el 8, día de la Inmaculada y el 26 día del patrón San Esteban.
En Murillo de Río Leza es tradición que los cofrades de San Roque, el 16 de agosto festividad del santo, recorran el pueblo durante todo el día tocando y cantando la charramandina que es una canción típica de la localidad que se hace acompañar del sonido de hierrillos y panderetas.
En Murillo de Río Leza merece mención aparte su iglesia parroquial de San Esteban Protomártir. Empezando su construcción en el siglo XVI fue tomando poco a poco el grandioso aspecto de catedral que hoy ofrece. La portada principal es pareja a la de Santa María de Viana, su torre es un significativo ejemplo de la cantería riojana del siglo XVII, el coro con su órgano, los retablos, de ellos el más antiguo es el de Nuestra Señora de las Candelas que es del siglo XVI y desde luego la sacristía con dos pisos, el inferior es la cripta del Santo Cristo y tiene acceso directo a la calle y el superior es en sí la propia sacristía y comunica directamente con el crucero de la iglesia, pero cara a la fachada exterior ambos pisos presentan un solo edifico con una bonita portada del siglo XVIII.
Hace muchos, muchos años, en el término conocido como Barbarés, en el pueblo de Murillo vivía una bruja mala, mala, mala, y cuando la gente salía a trabajar al campo por esa zona, la malvada bruja les lanzaba un hechizo, que tenían que volver al pueblo de espaldas y siempre con la mirada puesta en ella y si no lo hacían, a un pequeño despiste de mirar a otro lado les transportaba otra vez al inicio del lugar de donde habían partido y tenían difícil volver al pueblo. De ahí que en Murillo se oiga el refrán “Barbares, Barbares, que van los hombres derechos y los vuelves del revés”.
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Para llegar hasta Murillo de Río Leza lo podemos hacer a través de la carretera LR-261 que une la localidad por un lado con la N-232 a la altura de Agoncillo y por el otro con las localidades del valle del Jubera como son Ventas Blancas, Santa Engracia de Jubera o Robres del Castillo entre otras. A su vez la LR-259 llega hasta Murillo de Río Leza desde Logroño, pasando antes por Villamediana de Iregua y que continúa desde Murillo de Río Leza hasta Ausejo comunicando la localidad con Galilea, Corera y El Redal.
Murillo de Río Leza cuenta con servicio de autobús metropolitano que con diferentes líneas la M6 y la M3 lo conectan con Logroño y pueblos de alrededor todos los días de la semana y con horarios frecuentes. En Logroño está la estación de autobús con servicio nacional más cercana a Murillo.
La estación de tren más cercana a Murillo es la de Logroño.
El aeropuerto es el de Logroño-Agoncillo.
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