Bonito mirador de La Rioja Alta y de la Sonsierra
Se alza orgulloso sobre una loma en la orilla derecha del río Ebro, vigilante incansable de las tierras de la Sonsierra y de La Rioja Alta. Su andadura histórica parece comenzar entre finales del siglo XII y comienzos del XIII, durante el reinado de Alfonso VIII, su cometido no podía ser otro que, al igual y junto con él de Briones, ser baluarte defensivo y protector de Castilla frente a los ataques de los navarros en su afán por recuperar unas tierras que habían sido de su corona y que perdieron en favor de los castellanos en la época de Alfonso VII. Pero la primera cita sobre el Castillo de Davalillo data del año 1.367 cuando Enrique de Trastámara, en sus luchas fratricidas con Pedro I el Cruel, acordaba con el rey de Navarra Carlos II que le cedía los castillos de Buradon, La Guardia, San Vicente y Davalillo a cambió de que no dejara pasar por su reino a su hermano Pedro. El Castillo de Davalillo estuvo vinculado desde finales del siglo XIV a los Manrique, duques de Nájera, aunque era propiedad real.
Esta tenencia feudal, sobre el castillo, de esta familia se prolongó hasta la muerte del octavo duque de Nájera en el siglo XVII, aunque las continuas desavenencias entre los Manrique, señores del castillo y los Velasco, señores de la población de Davalillo y Santa Asensio, como era conocido en la época San Asensio propicio, a partir del siglo XV, la continua despoblación de Davalillo en favor de San Asensio hasta llegar al abandono total del primero.
De estilo románico es uno de los pocos castillos de la época que se mantienen en pie en España. Su planta es poligonal, alargada, de siete lados y todo él está construido en piedra de sillería. De las almenas de las murallas no queda nada pero si se pueden observar los cubos cilíndricos del centro y esquinas de los muros. Tiene dos puertas de acceso, a la principal, que en un principio era de arco apuntado y está orientada al sur, la protegían dos fuertes cubos con elementos de defensa. La torre del homenaje, en el extremo oriental de la muralla, es de planta cuadrada y tenía cuatro pisos, en la planta baja estaba la capilla cuya cabecera semicircular forma el cubo mayor del castillo. Por la segunda puerta, más pequeña y con orientación norte se accedía a la segunda planta y al resto de los pisos. La existencia de ménsulas, rozas y mechinales dentro de la muralla hacen intuir que había además dependencias y habitaciones para uso de la guardia, cuadras, almacenes... En el exterior del castillo se pueden ver restos de lo que podría ser el muro que rodeaba y protegía al antiguo poblado de Davalillo.
San Asensio, que desde siempre ha estado vinculado al castillo y a la ermita de Nuestra Señora de Davalillo, cuyo enclave le pertenece, celebra dos romerías al año a este lugar. Una de ellas y según la tradición, desde hace siglos se celebra el segundo domingo tras él de Pascua y en ella la Virgen es llevada en compañía de danzantes para que proteja los campos durante el resto de la primavera y el verano hasta la recogida de los frutos.
Junto al cerro en el que se ubica el castillo se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Davalillo, que aunque totalmente reformada, hay indicios de que debió ser la iglesia parroquial del desaparecido poblado de Davalillo.
La visita al castillo de Davalillo, de propiedad particular, es de libre acceso. Aunque dado su estado de conservación seguramente la encontremos cerrada.
Cuenta la leyenda que fue una plaga de alacranes los causantes de que los habitantes del pueblo de Davalillo tuvieran que marcharse de allí.
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Hasta San Asensio podemos llegar siguiendo la N-232 entre Logroño y Haro, también lo podemos hacer desde la A-12, autovía del Camino de Santiago tomando la LR-208 que en las proximidades de Nájera, une esta localidad con San Asensio pasando antes por Hormilleja.
El camino de acceso al Castillo de Davalillo lo encontraremos en plena nacional, la entrada coincide con la pista que lleva al apeadero del tren. Deberemos estar atentos ya que es muy fácil saltarse el acceso. Habiendo dejado atrás la carretera que conduce hasta San Asensio y según vamos hacia Haro encontraremos a nuestra derecha el cruce con el camino a tomar. Este cruce está señalizado tanto por la señal de la estación como por las balizas de las rutas que por aquí pasan, incluida la que lleva al castillo. También lo podremos identificar por el solitario edificio que se sitúa justo en ese punto. Una vez abandonada la nacional debemos continuar unos metros junto a ella, dejando atrás la carretera que baja a la estación. El recorrido nos separa de la nacional y nos lleva por una pista en buen estado, la cual no deberemos dejar en ninguno de los cruces que nos encontremos. Con el castillo siempre a nuestra mano derecha, pasaremos sobre las vías del tren para encaminarnos directos hacia el cerro que alberga el castillo donde nos espera un estrecho camino de cemento que finaliza en el aparcamiento donde podremos dejar nuestro vehículo. Desde aquí seguiremos la senda que parte al lado derecho de la ermita y que nos lleva definitivamente hasta la puerta del castillo.
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