San Vicente de la Sonsierra, La Rioja (0)
Joya del románico riojano
Se halla en la ladera sur de Sierra Cantabria, aislada sobre un collado y con una buena panorámica del valle del Ebro, aledaña a la aldea de Peciña en el municipio de San Vicente de la Sonsierra. El germen de la historia de la ermita de Santa María de La Piscina parece entroncarse con las cruzadas por la conquista y defensa de Tierra Santa. Según documentos, cuando el infante Ramiro Sánchez de Navarra, hijo de Sancho Garcés IV y yerno del Cid, regresó de su participación en la Primera Cruzada trayendo consigo una astilla de la verdadera cruz de la Pasión de Cristo, fundó una orden de carácter militar llamada La Divisa y se retiró al Monasterio de San Pedro de Cardeña donde redactó un testamento en el que dejó escrito su deseo de que se construyese una ermita para venerar la imagen de la Virgen que según la tradición también se la trajo consigo y que fue tallada por el propio San Lucas y al Lignum Crucis. Fue su hijo Sancho Ramírez, primer patrón de la Divisa, y Pedro Virila, abad del monasterio de Cardeña quienes, cumpliendo esta voluntad, mandaron construir la iglesia en el mismo lugar donde hoy se encuentra, esto fue a principios del siglo XII, siendo consagrada el 1 de agosto del año 1.137 por el obispo de Calahorra Sancho de Funes, bajo la advocación de Santa María de la Piscina, nombre dado en honor de la Piscina Probática del templo de Salomón que fue por donde Ramiro Sánchez de Navarra atacó con sus huestes en la conquista de Jerusalén.
Junto al templo se construiría una Casa para la Divisa Real de la Piscina. Junto a la iglesia también se desarrolló la aldea, que en su origen se llamó La Piscina y que se despobló cuando las tropas de Enrique de Trastámara, en el siglo XIV, la asolaron, y cuando se reconstruyó, a finales del siglo XV, a unos cientos de metros de distancia de la ermita, pasó a llamarse Peciña. La ermita de Santa María de la Piscina conserva un bello estilo románico sin añadidos posteriores con la excepción del escudo de armas de la Divisa que se colocó sobre la portada sur en el año 1.537. En el año 1.975, y dado el lamentable estado ruinoso que presentaba el templo, se restauró y la Divisa, Solar y Casa Real de la Piscina se reorganizó de nuevo. Los años siguientes, entre el 1.976 y el 1.978, se realizaron excavaciones en su entorno dejando al descubierto el conjunto arqueológico que junto con la ermita lo forman, una necrópolis de repoblación, un asentamiento de viviendas semirrupestres, restos de fortificaciones o atalayas, así como los vestigios de un poblado medieval de los siglos X al XIV.
La ermita de Santa María de la Piscina, construida en piedra de sillería, tiene cuatro portadas de acceso, aunque a la nave solo se accede por la portada que se ubica en la fachada meridional, la que luce encima de ella una reproducción del escudo original, pues éste estaba muy deteriorado, de la Divisa. La nave algo más baja que está adosada a la central es lo único que quedó de la Casa de la Divisa Real que fue construida junto al edificio de la ermita. Ventanas ajedrezadas, canecillos y una pequeña torre campanario cuadrada adornan el exterior de la ermita de Santa María de la Piscina que vigila atentamente a la necrópolis de tumbas antropomorfas que se encuentra en una suave ladera al Este del templo y que data de entre los siglos X al XIV.
En el Noroeste de la necrópolis, excavada en la roca se puede ver una piscina o pila circular troncocónica, que bien podría ser una piscina bautismal, y que hablaría de la existencia de un templo anterior al actual y a la necrópolis, y en el ángulo opuesto, un lagar formado por una plataforma oval que destruía dos tumbas, y que pudo ser construido después de que la necrópolis perdiera el carácter de campo sagrado cuando se despobló el lugar en el siglo XIV. La ermita y el entorno invitan a la placidez de visitar el lugar con el ánimo abierto a llenarse de sensaciones y de rememorar historias de misterio y leyenda llenas de fuerza, pues según se dice, Santa María de la Piscina, que sirvió como relicario de la Cruz de Cristo, es la reproducción de la Piscina Probática del Templo de Salomón en la que los enfermos, ciegos, cojos... al bañarse en ella después de la agitación del agua salían curados.
Cada 15 de agosto, festividad de la Asunción de María, los miembros de La Divisa y los cofrades del Solar y Divisa del Principado Medieval de Santa María de la Piscina se reúnen en el lugar para realizar su junta anual y después de asistir a una misa en la ermita acabar la jornada con una comida de hermandad.
La ermita de Santa María de la Piscina fue declarada Bien de Interés Cultural el 4 de junio de 1.931. Curiosamente las tumbas antropomórficas que se encuentran a su costado tienen el hueco para la cabeza orientada hacia el Oeste, para así poder contemplar el momento de la vuelta de Cristo para el Juicio Final y la Resurrección, que se producirá desde el Este, por donde sale el Sol.
Se dice que en la Piscina Probática del templo de Salomón los templarios encontraron, entre otras reliquias, el Santo Grial. En una de sus visitas, a la ya por entonces ruinosa, Santa María de la Piscina, el Padre Risco, sacerdote agustino e historiador español, encontró en un nicho debajo del ara del altar, una cajita de madera que contenía un cartulario de pergamino que decía: Consacrata est hoec ecclesia a Sanctio Callgurrensis sive Nagerensi episcopo in honore Sanctae Mariae Virginis, et Sanctae Crucis, el Sancti Joannis, Sancti Thome Apostoli, et Sancti Luiani, et Sancti Georgi, et Sanctorum Quirici et Julitoe, et Sancti Christophori, et Sancti Emiliani, et Sanctae Eufemiae, et Sancti Salvatoris, et omnium sanctorum. In Era MCLXXV kalendis Augusti. Y junto al pergamino había polvo y huesos ceñidos con unas correas en las que se podía leer: Sanctae Mariae, Sancti Joannis, Sancti Christophori, Sancti Georgi, Sancti Thome, Sancti Quirici, Juliani, Sancti Sebastiani, Sanctae Eufemiae, Sancti Salvatoris, Sancti Crucis, Sancti Juliani, Sancti Jacobi. Este hallazgo lo llevo a guardar a la iglesia parroquial de San Martín de Peciña.
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La carretera que da acceso a la ermita y a la localidad de Peciña la encontraremos en la N-232a, más concretamente en el tramo comprendido entre las poblaciones de Ábalos y de San Vicente de la Sonsierra, a escasa distancia de esta última.
Poco antes de llegar a Peciña nos encontraremos con la zona de aparcamiento habilitada para poder estacionar nuestro vehículo y realizar la visita. Para ello tendremos que recorrer la escasa distancia que nos separa de la ermita siguiendo el camino que desde el aparcamiento conduce hasta Santa María de la Piscina.
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