Está situado en Salinas de Añana a escasos 30 kilómetros de Vitoria. Todo parece indicar que el Valle Salado de Añana tiene una antigüedad de más de 6.500 años, siendo gran parte de él un interesante yacimiento arqueológico que lo convierte en un verdadero archivo histórico donde poder estudiar cómo y cuándo comenzó a explotarse estos manantiales salinos así de cómo vivían los salineros en cada época. Hace 200 millones de años todo el este de la península era mar, pero cuando las placas tectónicas se movieron dejando atrapadas grandes extensiones de agua salada ésta se fue evaporando y retrotrayéndose y toda la sal que contenía se quedó en el fondo, a más o menos dos mil metros de profundidad a día de hoy, formando a modo de una capa o corteza que se extiende desde el Atlántico hasta el Cantábrico y desde la meseta al Mediterráneo. Poco a poco se fueron asentando capas de otros materiales, pero como la sal es menos densa y más plástica tiende a filtrarse y a subir por encima de ellos creando burbujas de sal que se llaman díapiro.
El díapiro del Valle Salado tiene unas buenas medidas, 6 kilómetros de largo por 3,5 de ancho. Cuando llueve el agua se filtra en el terreno y llega al acuífero de Subijana, después vuelve a la superficie cruzando los depósitos salinos y convertida así en salmuera a través de los cuatro manantiales que abastecen con sus aguas las eras del Valle, aunque también brotan dos de agua dulce que vierten en el río que atraviesa el Valle Salado. Las eras que constituyen el Valle Salado son sencillas construcciones de piedra, madera de pino y arcilla, la salmuera llega a ellas por medio de canales por donde discurre el agua desde los pozos donde se recoge la que brota de los cuatro manantiales. Cada salinero llenaba su pozo por turnos, solo cuando le correspondía y en la cantidad que tenía asignada. Las normas que regían en el Valle Salado se transmitían oralmente de padres a hijos hasta que en el siglo XVI se escribió el libro maestro o de los turnos. En la prehistoria las salinas tenían una forma muy diferente y la elaboración de sal se hacía por evaporación forzada, haciendo consumir el agua mediante cocción y no siendo hasta la época de los romanos, hacia el siglo I antes de Cristo cuando éstos se instalaron en la zona, que se empezó a conseguir por medio de evaporación natural, en la que juegan el máximo papel los factores atmosféricos.
Hay documentos de principios del siglo IX en los que se cita la explotación y producción de sal en este Valle. El oro blanco que se obtenía no tenía tal color, más bien era marrón, esto era así porque la base de las eras donde se posaba la salmuera coloreaban la sal, siendo la sal blanca una cara excepción, hasta que en el siglo XIX Carlos IV decidió que la sal producida en todas las salinas de su reino fuera blanca, mandando para ello a expertos y arquitectos a estudiar el modo de conseguirlo sobre el terreno. El manantial actual de Santa Engracia, principal surtidor de las salinas, debe su forma a los salineros que, tras la riada de finales del siglo XVII que se llevó por delante los dos manantiales primitivos y una ermita aquí situada y que estaba dedicada a Santa Engracia, así lo recuperaron. Las eras dejaron de ser rentables y poco a poco, entre los años 50 y 60 del siglo pasado fueron abandonadas deteriorándose rápidamente hasta que en el año 2.000 los propietarios, en un afán de reconversión y restauración de este Valle de gran valor etnográfico, histórico y cultural, volvieron a ponerlo en funcionamiento pero ya declarado Monumento Histórico. El paisaje, que el curioso visitante encuentra en el Valle Salado de Añana, crea la sensación de estar caminando por un poblado en el que todas sus construcciones son hechas de zoquin, costra de sal.
Las aguas del Valle Salado tienen su flora y fauna específica, pues como es natural tienen que vivir en un entorno salino. Hay especies que pueden vivir con sal, Halófilas, como algunas de las plantas que aquí existen, y otras que la necesitan para su subsistencia, Holobiontes. Las Artemias se pueden ver en los pozos de agua del Valle, son Holobiontes, es una especie que tiene más de 300 millones de años de antigüedad y se reproducen por huevos que la propia hembra genera por sí sola, depositándolos en el agua donde vive y eclosionando en los meses de calor. Cuando el agua se enfría estos bichitos microscópicos, que como mucho alcanzan un centímetro de tamaño, mueren. Los huevos solo eclosionan si la temperatura y la concentración salina del agua es benéfica para ellos, pudiendo permanecer en forma oval hasta diez años. Cabe destacar que del agua del mar por media se obtienen 25 gramos de sal por litro y aquí son 250 gramos los que se sacan de un litro. El Valle Salado de Añana es Bien de Interés Cultural y está incluido en la lista de humedales de importancia internacional de la Convención Ramsar.
Cuenta la leyenda que hace muchísimos años una vaca estaba pastando en el lugar y notando la salubridad del terreno comenzó a dar con la pata hasta que brotó el manantial de Santa Engracia.
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La A-2622 atraviesa la localidad procedente de la N-I, llegando hasta ella después de pasar por Pobes y Subijana, el desvío para esta carretera lo encontraremos a la altura de Nanclares de Oca. También podemos enlazar con la A-2622 en Pobes siguiendo la A-3322 desde La Puebla de Arganzón o la A-3310 en Manzanos, ambos acceso situados igualmente en la N-I. Por la A-2622 pero en sentido contrario llegaremos procedentes de la A-2625, más concretamente de la localidad de Espejo donde encontraremos el desvío hacia las Salinas de Añana. Además la localidad cuenta con servicio de autobús que la conecta con Vitoria.
El centro de recepción de visitantes del Valle Salado de Añana lo encontraremos a la entrada de la localidad según llegamos desde Pobes. Sí por el contrario lo hacemos desde Espejo deberemos atravesar la población para llegar hasta él. En las proximidades del centro encontraremos las zonas habilitadas para poder aparcar nuestro vehículo.
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