Santo Domingo de Silos, Burgos (0)
Monasterio benedictino donde los monjes elevan sus oraciones por medio del canto gregoriano
Está en la hondonada del valle burgalés de Tabladillo, entre el río Arlanza y la sierra de la Demanda, en la ribera del río Ura o Mataviejas, allí se encuentra Santo Domingo de Silos, y en esta pequeña población se ubica El Monasterio de Santo Domingo de Silos, abadía benedictina, y uno de los monumentos capitales para la historia del románico. Ya existía en época visigótica, hacia el siglo VII, un cenobio dedicado a San Sebastián, si bien se desvanece durante la ocupación musulmana. En el siglo X, llamado aún San Sebastián de Silos, el conde Fernán González, que gobierna en Castilla, lo restaura y la comunidad monástica vuelve a resurgir, pero durante el siglo XI fue arrasado por Almanzor y no renacerá hasta la llegada en el año 1.041, de Santo Domingo, monje nacido en la localidad riojana de Cañas, maestro de los niños en San Millán de la Cogolla y prior de la casa de Santa María en Cañas.
Siendo Prior del monasterio de San Millán de La Cogolla fue desterrado por oponerse a darle a García, rey de Navarra e hijo de Sancho III el Mayor, una fuerte cantidad de dinero que exigía como derechos reales. Ya en Castilla, Domingo es acogido protectoramente por Fernando I quien le encomienda revitalizar el arruinado monasterio de San Sebastián de Silos. Con el empeño de Santo Domingo como abad del cenobio se erigió la iglesia románica, consagrada en 1.088 por el abad Fortunio, el claustro que aún perdura, y el resto de las dependencias monacales. Murió el 20 de diciembre del año 1.073 y su cuerpo fue enterrado en el ala norte del claustro. Santificado en 1.080 fue trasladado a Burgos. A la muerte del santo, el monasterio toma su patrocinio y pasa a denominarse Santo Domingo de Silos. Con la desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX, se interrumpe la vida monástica de Silos a lo largo de cuarenta y cinco años, hasta que unos benedictinos franceses, dirigidos por un monje de la Abadía de Solesmes, se refugian en lo que quedaba del monasterio de Silos y poco a poco lo fueron restaurando.
El monasterio actual, alberga una verdadera joya arquitectónica del románico, es su claustro. Excepcionalmente compuesto de dos plantas construidas desde el siglo XI al XIII. Una vez terminado el claustro inferior, acometieron la edificación superpuesta de un segundo claustro, sin que por ello se rompiese el estilo en todo su conjunto, hecho realmente excepcional en el románico. El claustro bajo nos asombra con sus bajorrelieves y con la belleza arquitectónica de sus capiteles con sugestivos motivos decorativos. Son de destacar también la Puerta de las Vírgenes, que comunica el claustro con la iglesia y que constituye un vestigio del primitivo templo románico, y la fachada de la desaparecida sala capitular que se abría a la galería oriental.
Interesante es también su artesonado mudéjar, siglo XVI, decorado con escenas que son una aguda interpretación de las costumbres de la Castilla de esa época. Desde el patio, a parte del ciprés tan cantado por los poetas, podemos comparar, el estilo románico y su belleza con la austeridad del campanario del siglo XVIII. La iglesia es neoclásica. El monasterio cuenta también con una Botica, muy interesante del siglo XVIII, y un Museo, en el que se conservan manuscritos, esculturas mozárabes y románicas, un tímpano de la primitiva iglesia, el cáliz y la patena de Santo Domingo entre otras valiosas piezas. Digna de mención es asimismo la antesacristía, que contiene las cadenas de los cautivos liberados por el Santo y la capilla barroca donde está su tumba. Este es el único monasterio de España en el que los monjes hacen sus plegarias, oraciones y oficios completamente en gregoriano.
El nombre de canto gregoriano proviene del papa Gregorio I (590-604), como todo, tuvo su apogeo y su declive, sin embargo, con la instalación de los benedictinos en la abadía de Solesmes en 1.835, se produjo su resurgimiento. Poco a poco, el Canto Gregoriano se ha ido recuperando y, desde la citada abadía, se ha ido extendiendo a otras, como Silos. El monje se identifica con la vida monástica a través de la oración, recitada siempre según el Canto Gregoriano, siete veces al día: maitines, laudes, tercia, sexta, nona, vísperas y completas.
A la medalla de San Benito se le atribuyen poder y remedio, ya sea contra ciertas enfermedades del hombre y los animales, ya contra los males del espíritu. Es frecuente también colocarla en los cimientos de nuevos edificios como garantía de seguridad y bienestar de sus habitantes. San Benito, padre fundador de la orden benedictina usó con frecuencia el signo de la cruz como signo de salvación. San Benito quebró el vaso que contenía veneno con la sola señal de la cruz hecha sobre él. Una cruz era la firma de los monjes en la carta de su profesión cuando no sabían escribir. Por todo ello el origen de esta medalla se basa en la experiencia del todo espiritual que aparece en la vida de San Benito tal como nos la describe el Papa San Gregorio en el Libro II de los Diálogos.
El monasterio se puede visitar todos los días con horario de mañana y de tarde, excepto los lunes que no hay visita turística. No hace falta reservar previamente.
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A Santo Domingo de Silos podemos llegar siguiendo la BU-911 que llega desde la cercana Caleruega o bien desde Lerma por la BU-900, también es posible acceder desde la N-234 que une Burgos y Soria siguiendo la BU-903 desde Hacinas. Hay servicio de autobús, con salida de Burgos o de Lerma, todos los días excepto los domingos y festivos.
En las afueras de la localidad según llegamos desde Lerma o Caleruega encontraremos la zona de aparcamiento, junto al recinto del monasterio. Recorriendo el trazado de esta carretera que atraviesa la población llegaremos a su plaza principal donde descendiendo por la calle entre la iglesia y el ayuntamiento lo haremos a la entrada del monasterio.
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