En el fondo de un valle cerca de un río y como horizonte el cielo
Está situado en el valle de Yerri, al norte de Estella, rodeado de montes y entornos naturales de gran belleza. En los inicios del siglo XI, según documentos, existía en el valle de Irantzu una pequeña comunidad de monjes benedictinos cuyo monasterio se creó en torno a la iglesia que estaba bajo la advocación de San Adrian y que les fue donada para ello por el obispado de Pamplona a quien pertenecía dicha iglesia. Pero enseguida fueron los cistercienses los que se hicieron cargo de la abadía hacía el año 1.176. El Monasterio de Santa María la Real de Iranzu conoció entonces un largo periodo de esplendor que duró hasta bien entrado el siglo XIV. En el siglo XIII incluso quedó bajo su dirección el recién fundado monasterio femenino cisterciense de Santa María de Herce en La Rioja.
La epidemia de peste negra unida a las guerras que el siglo XV conoció, llevó al monasterio a perder parte de su patrimonio y comenzó entonces un lento declive que fue frenado en parte cuando se unieron la congregación cisterciense de Navarra y Aragón. En esta época sus abades eran nombrados por designación real. Con las desamortizaciones llegó para el monasterio la exclaustración y el expolio, en consecuencia el abandono. En el año 1.942 fue iniciada su reconstrucción bajo los auspicios de la Institución Príncipe de Viana y en el 1.945 se establecen en el monasterio sus actuales moradores, los padres teatinos.
De la estructura medieval del Monasterio de Santa María la Real de Iranzu, en muy buen estado de conservación, permanecen varias dependencias a las que a la mayoría de ellas se accede desde el claustro que construido entre los siglos XII y XIV exhibe su variedad de estilos. Adosado al claustro, el lavatorio, gótico con una original fuente hexagonal, lugar al que acudían los monjes para asearse, siempre y según la regla de su Orden que les prohibía bañarse de cuerpo entero pero si tenían la obligación de lavarse los pies todos los días de entre el Domingo de Pascua y la Cruz de septiembre. Enfrente de él se encuentra el refectorio, estancia de origen medieval pero profundamente reformada en el siglo XVII y a la que se entra por una portada gótica. La cocina, cuya monumental chimenea asoma al exterior y fue construida en el siglo XIII. La sala capitular, que fue construida a la par que la iglesia en el siglo XII, era donde se reunían los monjes con el abad todas las mañanas para repasar las reglas de la Orden y organizar el día a día del monasterio. La cillerería que era el almacén. La casa abacial que aunque conserva un paño central con un gran arco del siglo XII, fue restaurada en el barroco. Las celdas de castigo, donde los monjes sufrían su penitencia a base de pan y agua.
La iglesia de Santa María, construida a finales del siglo XII y según las normas de San Bernardo, la sobriedad de sus paredes llama a la calma y su iluminación natural dada por un rosetón central y la estratégica ubicación de los ventanales inunda la estancia. En el exterior, junto a las ruinas de lo que fue la enfermería se encuentra la capilla de San Adrian, que fue el primer oratorio de los monjes mientras construían el monasterio. Junto al monasterio comienza un tranquilo paseo por el cañón del Río Irantzu, que coincide en parte con el sendero de leyenda que lleva hasta el Dulanz, en lo alto de la Sierra de Urbasa. El Monasterio de Santa María la Real de Iranzu y el entorno donde se ubica forman una bella postal que invita e adentrarse dentro de ella y a bucear en el tiempo y la historia del lugar y de las gentes que lo habitaron.
Es tradicional que en el Día de la Abadejada, que es el día de culminación de las fiestas patronales de Abárzuza, se realice una comida popular en el Monasterio de Irantzu.
Dentro de las reglas de la orden de los monjes cistercienses figura el silencio y el no poder comer carne por lo que crearon piscifactorías, ensayaron e idearon nuevas formas de canalización del agua para los cultivos, y se dice que el lenguaje de gestos que utilizaban para comunicarse derivó en el actual para sordomudos.
Cuenta la leyenda que allá por el siglo XIV vivía en el monasterio un monje ermitaño de nombre Dulanz. Este monje de vez en cuando desaparecía por largas temporadas, pues según él decía, tenía una misión que cumplir. Una de esas desapariciones tuvo lugar un gélido invierno, como siempre el ermitaño tomó la calzada romana que a través del barranco de Irantzu unía Navarra con Francia pasando por lo más alto de la Sierra de Urbasa y desafiando al temporal caminó y caminó y a medida que ascendía por el monte el frio se iba apoderando de su cuerpo, pero él seguía adelante con el único afán de cumplir su secreta misión. Pasó el invierno y la cálida primavera llegó despertando dulcemente a una fecunda primavera, pero el monje aún no había regresado al monasterio. Un día en el que un arriero llegó con sus mulas hasta la cima más alta de Urbasa se encontró, al lado de una ermita que allí había, el cuerpo congelado del temerario ermitaño pero en su cara se dibujaba una gran paz. Y es que el monje Dulanz se retiraba a este lugar para orar en recogimiento y soledad, alimentándose de bayas y bebiendo agua de lluvia ¿quizá era esta su secreta e importante misión? Desde entonces a este lugar se le conoce por Dulanz.
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A Abárzuza podemos llegar siguiendo por la carretera NA-120 que une Estella con Etxarri-Aranatz y Beasain, o también desde la cercana Arizala en plena NA-700 entre Estella y Pamplona a donde igualmente llega a parar la NA-7320 que llega hasta esta localidad desde la autovía del Camino en los alrededores de Lorca. Abárzuza cuenta con servicio comarcal de autobús que todos los días de la semana la conectan con los otros pueblos de la comarca y con Estella. El servicio se llama Bus Tierra Estella y es realizado por La Estellesa. Más información en los números de teléfono 948 550 127.
A la entrada de Abárzuza según llegamos desde Etxarri-Aranatz encontraremos el cruce con la carretera que tras cuatro kilómetros nos llevará directamente hasta el Monasterio de Santa María la Real de Irantzu, donde dispondremos de un amplio aparcamiento donde poder dejar nuestro vehículo.
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